A la hora prevista, en el
baratísimo restaurante "La monumental", se encontraron los siguientes mercuriales: José Manuel Gómez, el mantenedor; Jesús Cotta, poeta ornitólogo; José María Jurado, poeta ingeniero; Javier Sánchez, poeta preferente (lo de regional, lo obviamos); José Miguel Ridao, poeta almejero; Julio Ariza, poeta bellotero; Alejandro Muñoz, prosista arquitecto y Juan Antonio González, poeta apócrifo. Como invitados, acudieron Juanma de la Torre, Fernando Moral y Ramón Simón.
Por vía telefónica, se mantuvieron sendas conversaciones con
América y
Aurora, cuya ausencia, así como las de Ricardo Arjona, Diego Vaya y Alonso Coca quedan justificadas convenientemente. El resto de los mercuriales no hizo acto de presencia, sin notificación de ningún tipo, por lo que la comisión disciplinaria tomará las medidas oportunas.
El menú consistió básicamente en almejas y otros peces variados, regados convenientemente con vinos y cervezas. La cena transcurrió de forma amena, aderezada por los comentarios más variopintos de los contertulios, entre los que destacó sobremanera el delicado y medido verbo del invitado Ramón Simón.
Como viene siendo habitual, en los postres se procedió a la lectura de textos varios, de todo tipo y condición, de lo más -digamos- chusco a lo más sublime.
Jesús Cotta se ofreció para componer, en octosílabos, la primera de las estrofas del himno mercurial, que someterá a la consideración del resto de los seguidores del dios Mercurio a través de este foro público.
Javier Sánchez asumió la tarea de confeccionar un anuncio para el tan cacareado casting de becarias.
Se cerró el acto con un par de rondas de combinados variados (en copa de balón, claro) y nuevas anécdotas pías.
Y sin más asuntos que tratar ni becarias que catar, concluyó el acto (con perdón), de lo que, como secretario de la tertulia, doy fe.
Juan Antonio González Romano (secretario)