martes, 5 de julio de 2011

La siempreviva: Acta de la tertulia del 27 de junio de 2011

En la ciudad de Sevilla, en el hotel Holos del barrio de Heliópolis, se celebró el 27 de junio la última tertulia oficial de Los Mercuriales correspondiente al curso 2010-2011.
A partir de las nueve de la noche, los señores mercuriales fueron haciendo acto de presencia en el coqueto hotel: Aurora Pimentel, Alonso Coca, Julio Ariza, Juan Antonio González, José Manuel Gómez Fernández, Ramón Simón, Jesús Cotta, Alejandro Muñoz y Fernando Moral formaron la nómina de la velada.
 Fiel a su costumbre, en cuanto nos reunimos todos, comenzó tomando la palabra el locuaz Ramón Simón, que nos invitó a los mercuriales a su boda, que se celebrará en abril de 2012. Los contertulios acordamos componer un himeneo para tal magno evento, o tal vez dos: uno para cantarlo en la ceremonia oficial y otro, más chusco sin duda, para entonarlo a la puerta de la alcoba nupcial, como mandan los cánones (no se sabe qué cánones, pero en fin). Mientras Ramón hablaba, Jesús Cotta cometió la osadía de querer interrumpirlo; Ramón contraatacó: "Es mi momento", a lo que el que suscribe contestó: ¿Y cuándo no?
Continuó la noche con otros temas transcendentes: el botón desabrochado del cuello de la camisa de Jesús Cotta, la invitación de Aurora para visitar Urueña o la forma, digamos, fálica, de las servilletas del restaurante.
He aquí la servilleta
La cena comenzó con unos entremeses variados. El primero de ellos, un salmorejo con helado de queso de cabra (con perdón), mereció encendidos elogios del desaforado Ramón: "Qué mariconada más buena, ¿no?" La frase, todo sea dicho, fue pronunciada en un tono muy comedido, ya que, en palabras del propio Ramón (quién si no), el sitio invitaba a hablar flojito. Jesús Cotta apostilló que, en efecto, el hotel Holos era un lugar holístico.
Una vista del comedor acristalado
La conversación giró a continuación en torno a diversos conceptos narrativos, como la novela marco (ejemplificado por José Manuel Gómez, Jesús Cotta y Fernando Moral, respectivamente, con Manuscrito encontrado en Zaragoza, Cumbres borrascosas y El Quijote; el secretario aportó nombres de obras medievales como la Historia de la doncella Theodor o el Sendebar) o las cajas chinas (que no las bolas chinas, claro), técnica que, adujo el que esto firma, era empleada en obras como el Calila e Dimna. Fernando y Jesús llegaron a encontrar las relaciones intertextuales entre el cervantino Coloquio de los perros y Toy Story. También fue por entonces cuando Alejandro Muñoz comentó que no sé qué alimento le olía a pescado; el abajo firmante le preguntó si se había lavado las manos antes de acudir a la tertulia.
Julio, Alonso, Fernando, tocando sus respectivas narices
A todo esto, un exquisito crujiente de albahaca, mozzarella y tomate seco era degustado ya por los comensales, junto con un chupito de crema de patata con aroma de trufa.
Aurora, Jesús, Juan Antonio, Julio
Aurora pasó a continuación a contarnos el curso de guion cinematográfico al que está asistiendo; tras referirnos sus bonanzas, llegó el momento de celebrar la primera publicación del excelentísimo mantenedor vitalicio, el discreto José Manuel Gómez, En busca de la flor de la siempreviva (Ediciones de la Isla de Siltolá, colección Levante).
Momento en el que los mercuriales proceden a la consagración de la primera obra del Sr. Mantenedor.
El gesto de manos alzadas que saludó al libro fue explicado por Alonso Coca, que comentó que algunos lo usábamos desde hace tiempo por imitación de nuestro profesor de la Facultad, don Rogelio Reyes, a la sazón suegro de José Manuel Gómez, ya que ese alzamiento manual acompañaba habitualmente la recitación de textos por parte del profesor emérito. A partir de ahí se comentó la importancia de una buena lectura en voz alta; más aún: de contar con profesores que supiesen leer bien los textos a sus alumnos.
Llegado el arroz meloso (en dos variedades, a cual más sorprendente), siguieron cayendo las anécdotas. Así, Fernando Moral refirió cómo un profesor, ante la cara descompuesta de una alumna en un examen de Selectividad, le preguntó si estaba mal y necesitaba ayuda. Ella cogió la mano del profesor y no la soltó en la siguiente hora y media.
Alonso y Fernando. O sea, Fernando-Alonso
 En uno de los habituales giros de lo leve a lo profundo, Aurora expuso cómo en la actualidad cada vez hay menos espacio para la tristeza. Ante un hecho desgraciado, todo el mundo aconseja pasar página rápidamente y olvidar, cuando a veces uno necesita tiempo para la tristeza. Llegados a este punto, y pese a que el tema de partida de la noche era Eros, Tánatos parecía imponerse. Y se continuó hablando (Alonso, Aurora) de la tristeza de las tardes de los domingos, por ejemplo.
José Manuel Gómez, atento a todo. Al fondo, Alonso
Fue Alonso Coca, precisamente, el que con voz de GPS ("recalculando"), quiso orientar la charla hacia el tema de partida, que no acababa de romper. Fue en vano. Se siguió hablando de la maldición del trabajo, con aquella máxima anarquista que tanto gusta a Cotta ("la única frase anarquista que me gusta", apostilló), "trabaja lo mínimo posible para vivir lo mejor posible". Aurora, en fin, abogó por la semana laboral de cuatro horas, para así poder tener tiempo para lo que de verdad importa, ya que hemos nasío pa querer, frase que recondujo otra más elevada que no se quiso que constase en acta, no fuera ser que la expresión "he nacido para el amor" pudiera resultar cursi.
Aurora, Jesús
Nadiuska, a través del poema de Juan Bonilla, volvió a aparecer en una tertulia mercurial. También se produjo un ingenioso diálogo al hilo de esto entre Alejandro y Alonso: "Estuvimos a punto de darle el mercurial de plata" "¿A Bonilla?" "No, a Nadiuska".
Hubo tiempo también para hablar de palabras hermosas, algunas que nos lo parecen mucho más que Querétaro: serenidad, alcorque, solomillo, alféizar, letrina (que nadie apueste en contra de que fue Ramón Simón quien apostó por este último vocablo).
El ínclito Ramón, el infatigable
 No pregunten cómo, pero la siguiente anotación que aparece en el cuaderno de notas que me sirve para confeccionar el acta es "Los órganos vivos no se ponen condón, eso es para las morcillas", salida de la boca del inefable Cotta, al igual que el palíndromo "Onán es enano". Fue por entonces cuando comenzó a hablar de Ausonio, recibido con el chiste fácil de "el que inventó las compresas", apunte que no sería digno de entrar en esta acta, de no ser por el añadido de Fernando: "Las de Mercurio eran aladas".
El tema central de Eros iba ganando terreno, pero no siempre por los medios más adecuados, como cuando alguno se preguntó por qué en aquellas películas los hombres no llevan nunca calzoncillos.
Los misterios de la vida, o más probablemente de Baco, llevaron la charla hacia el asunto de las etimologías: analógico, retrógrado, pedante, mamotreto o los propios calzoncillos fueron algunos de los términos por allí explicados, para asombro de los que ignoraban sus respectivos orígenes. Luego pasamos a las personas: Rafael de Cózar, nuestro mercurial de plata in péctore, Borges o Rivero Taravillo pasaron por nuestras conversaciones, aquí y allá interrumpidas, como cuando la camarera, al preguntarme por el refresco que el rubricante de esto le había pedido (esa noche llevaba coche, como luego se verá), me preguntó "¿la cola normal?", frase que fue alegremente recibida por la concurrencia, a la que no se le escapa ni una.

La perdiz en suave escabeche o el pescado al aroma de higuera habían dejado paso a los postres y el café, por lo que, acabado el alimento, pasamos a la terraza al turno de infusiones y lecturas.
Para ir entonando la penúltima fase de la velada, y mientras comentábamos la etapa final de la elaboración de las haikumisetas, que ya han salido a la venta, el notario mercurial propuso algún haiku relacionado con el tema de la noche: Se ensimismaba / con el dedo en la boca / casi inocente, o este otro, Entre tus pechos / la medalla de un santo / cómo sudaba, para el modelo con escote.
José Manuel Gómez leyó un texto propio que en su día dedicó a Ricardo Arjona, "De amor y de odio". Tras él, Jesús Cotta leyó su poema titulado "La flauta mágica" (recordemos que el tema de la noche era Eros, para quien no haya pillado la metáfora) y una paráfrasis erótica de un poema de Bécquer.
Julio Ariza llevó un soneto anónimo del siglo XVI, "Primero es abrazalla", del que quisimos intuir una autoría femenina.  El escriba de las catas continuó con un microrrelato y un relato; Alejandro Muñoz se arrancó por soleares (recitadas, por fortuna) y leyó un simpático texto de Armas Marcelo.
La camisa vencedora de la noche
El sorprendente Fernando Moral llevó un texto fotocopiado para que leyésemos su primara parte al unísono en voz alta.
 Alonso, por su parte, contó estar escribiendo un relato basado en la historia de Eros y Psique, que pronto publicará en su blog. Por fin, Aurora culminó el turno de lecturas con un texto "el caramelo y otras variedades", más que interesante.
La velada iba concluyendo. Pasaban ya casi noventa minutos del nuevo día cuando parecía que íbamos a separarnos. De los nueve allí presentes, solo uno, Ramón, se despidió, pues iba en su moto. Los demás nos montamos en mi coche de siete plazas (ventajas de ser padre de familia numerosa), que inició una ruta muy variada, para dejar a cada mercurial en su propio domicilio: Montequinto, Sevilla Este, Parque Amate, José Laguillo, Ronda de Capuchinos, Marqués de Nervión, hasta que pude llegar, una hora más tarde de comenzado el trayecto, a mi casa.

La noche había terminado. El intenso calor nos acompañó todo el tiempo. El de fuera, el meteorológico, se irá, por no hacer mudanza en su costumbre. El de dentro, el de la amistad, se quedará con nosotros.
Paisaje después de la batalla


Imágenes de Ramón Simón, más algún que otro mercurial espontáneo.