El tiempo, tema central de la tertulia |
El 27 de enero de 2011, a las ocho y media de la tarde, los señores componentes de la Tertulia "Los Mercuriales" van apareciendo por el Fogón de Leña para celebrar la primera reunión oficial del año. Tras José Miguel Ridao y el que suscribe -los primeros en llegar-, fueron apareciendo Julio Ariza, Ramón Simón, José Manuel Gómez Fernández (mantenedor vitalicio), José María Jurado, Alejandro Muñoz y Fernando Moral. Avanzada la noche, como se verá, se incorporó Jesús Cotta, cuyas obligaciones laborales le impideron acudir antes.
Además de los miembros (con perdón) presentes, también asistieron la cámara de Ramón Simón (que fue utilizada no sólo por su dueño, sino por otros mercuriales, especielmente Alejandro y Fernando) y, sobre todo, el íbuc de Ridao, al que su dueño intentó convertir en protagonista absoluto de la noche.
Ridao con su famoso íbuc |
Alejandro, asimismo, llevaba el libro de Jacques Durand, Morantissime de la Puebla, cuya historia sin duda conocen los seguidores de su blog.
Libro de Jacques Durand |
(Mientras se comentaba la posibilidad de elaborar un libro con fotos de la tertulia y sus comentarios correspondientes, me tuve que ausentar por unos segundos, pues naturaleza exige ciertas pleitesías que no se pueden contar en público sin menoscabo del debido decoro. A mi regreso, hube de escuchar infundados infundios -adviértase la paranomasia- del tipo Al secretario no se le levanta el acta).
El primer asunto que se comentó ampliamente fue el de las incidencias de la entrega de premios "Mercuriales de Plata". Tras las ardorosas palabras del vehemente Ramón Simón (perdón por las redundancias), hubo un consenso en la escasez del alimento recibido; también se analizó la ausencia de Morante de la Puebla, defendido a capote y espada por su mentor, José María Jurado. Asimismo, se volvió a reiterar nuestro agradecimiento a Antonio García Barbeito.
En aquellos instantes, el mantenedor propone que los miembros (con perdón) de la tertulia organicen un flashmob de tipo teatral (tal vez el primer acto de Don Juan Tenorio en plena Hostería del laurel), idea que queda flotando en el aire y quién sabe qué juego nos proporcionará en un futuro.
Conforme pasan los minutos, van figurando por la charla los nombres de Andrés Trapiello (y sus ventas) o García Lorca, al hilo del poema inédito recientemente publicado. A este respecto, José María Jurado anuncia la publicación de un inédito de Juan Ramón Jiménez en el próximo número de la revista Isla de Siltolá, donde, asimismo, figurarán otras composiciones y reseñas de algunos miembros de la tertulia: Ildefonso Coca, Julio Ariza y el que suscribe, entre otros.
También aparecieron los nombres de Lucía Lapiedra y Nacho Vidal, y se insistió en que apareciesen explícitamente en el acta, ya que su presencia en la misma haría aumentar exponencialmente el número de visitantes al blog. Por cierto, que hubo alguna que otra sugerencia acerca de la necesidad de darle más movimiento a este blog mercurial.
La mano del secretario, tomando notas para el acta |
Cuando ya rondaban las once de la noche y los contertulios abordábamos los postres, aparació Jesús Cotta con más hambre que un bohemio en los años 20, y dio cuenta de su comida, mientras comenzaba el turno de lecturas.
Comenzó José María Jurado leyendo poemas de Eliot, en versión papel, al tiempo que José Miguel Ridao recordaba que ese libro es gratis en internet para íbuc (no reproduciremos todas las veces que Ridao habló de su íbuc, porque el acta debe acabarse algún día y no es plan de abusar de la paciencia de los lectores).
Jurado y Eliot |
A continuación fue el turno de Julio Ariza, que dio cuenta de algunos de los estupendos textos que ilustraban el almanaque que publicó allá por 1999.
Julio, lector de almanaques por un día |
José Manuel Gómez, siguiendo la estela de la última entrada de su blog, lee unos fragmentos del libro de Ramón Gómez de la Serna, Los muertos y las muertas, compilación de últimas frases de personajes célebres. Asimismo, da cuenta de un estupendo relato de Samuel Ros, titulado "Segunda edición", incluido en la antología de Martínez Cachero para Castalia.
El mantenedor, manteniendo la atención de los contertulios |
Fernando Moral, dada sus tendencias anglófilas, dedicó sus lecturas a don Guillermo. Ya que se había propuesto que el tema de la tertulia fuese el del tiempo, Fernando recitó tres pasajes de Shakespeare sobre este asunto: un fragmento de Hamlet, otro de Romeo y Julieta y un soneto.
Fernando de frente. Mejor así |
No sé si fue en aquel momento cuando alguien dijo que en una tertulia como la de los mercuriales nadie se atrevería a agacharse para coger una pastilla de jabón. El caso es que el tiempo que transcurrió mientras José Miguel buscaba textos en su íbuc, dio lugar a ciertos comentarios de todo signo. El más celebrado, el de José María al afirmar que el íbuc es como google pero en lento. Insistía Ridao en las bonanzas de su aparato (su íbuc, claro), cuando José Manuel, con su típica voz umbraleña, dijo aquello de Yo he venido aquí a hablar de mi íbuc. Al cabo (con perdón), Ridao comenzó la lectura (en su íbuc, claro) de un texto de Emilio Carrere, perteneciente a su libro La copa de Verlaine, en edición prínceps (1914) digitalizada para íbuc. Tras la lectura, alguien dijo que aquello no era un íbuc, sino un e-reader, que quedó bautizado como i-Ridaider.
El famoso i-Ridaider, también conocido como el íbuc de Ridao |
Salieron a relucir por aquel instante algunos temas de honda transcendencia. Alguien se preguntó si alguna cofradía sevillana se plantearía lo de los libros electrónicos, de donde surgió esta perla: Era una cofradía tan moderna que tenía íbuc de reglas. Jesús Cotta preguntó a los contertulios cuál era el único verbo que sólo admite conjugación reflexiva. Alguien afirmó que pajearse, a lo que Cotta replicó ipso facto que no, que yo te puedo pajear a ti. Todavía salieron otros verbos (arrepentirse, peerse -pederse en versión María Moliner-) antes de que surgiese el que Cotta quería, el verbo suicidarse. Curiosa gradación ascendente: peerse, arrepentirse, suicidarse. También nos propuso Cotta que construyésemos la mayor secuencia de verbos con sentido, sinn que sonase forzado. Él ganó: Deberías haber seguido haciéndote notar.
Continuaron las lecturas; fue el turno de Alejandro, leyendo la última carta de su heterónimo sueco, cada vez más real.
Alejandro, el sevillano sueco |
Después Jesús Cotta nos dejó boquiabiertos con la lectura de su poema Última voluntad. Comentamos que de un tiempo a esta parte algunos publicamos poca poesía en nuestros blogs, y al día siguiente Jesús quiso romper esa dinámica en su blog.
Las manos de Cotta en los folios anotados que contienen el poema "Última voluntad" |
Continuó la velada Ramón Simón, leyendo algunos de sus inéditos; el primero de ellos, "La salamanquesa", escrito inicialmente en 1998 y finalizado un par de días antes de la tertulia. Luego continuó deleitándonos con cuatro nuevos inéditos.
Ramón, absorto en su lectura |
José María Jurado leyó tres fragmentos de su Lector de almanaques: "Principio del tiempo" (ajustado el tema de la tertulia) y "Córdoba" y "Soria", ciudades de las que explicó las relaciones con sus apellidos. La emoción reinante fue atenuada por unos instantes, cuando un contertulio (del que no dieremos el nombre) efectuó la siguiente acottación: Que Aurora sea la única mercuriala.
Siguiendo el tema de la noche, yo leí los últimos versos de Andresito Capellán, heterónimo del inolvidable Matías Herrador; se trata de un cuarteto encontrado en la camisa cubana del poeta días antes de su muerte:
Una tarde tumbado frente al mar.
Un libro. Una muchacha. Una canción.
Un ron cubano en copa de balón.
Dejar que pase el tiempo... y nada más.
Luego leí un par de sonetos inéditos de un próximo libro aún en estado muy inicial.
Todavía hubo tiempo para algunas lecturas de otros textos ajenos, mientras íbamos apurando, entre buenos humos, los últimos minutos de la velada, las últimas gotas de los combinados -que a esas horas de la noche tienen mucho de clepsidra-.
Alrededor de la una de la madrugada del 28 dimos por finalizada la tertulia. Las últimas bromas, los abrazos de despedida, las sonrisas satisfechas. Algunos de los versos que escuchamos esta noche aún siguen resonando en nuestros corazones.
Doy fe.
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Se aprueba el acta. Fue una velada divertida y literaria y aprendí mucho. Y el estilo del secretario es ajustado en el estilo y el tono propio de los mercuriales.
ResponderEliminarQue conste que no me fui por educación, coño, joder, que se habló de todo menos de mi íbuc...
ResponderEliminarAprobada
ResponderEliminarUna noche muy pero que muy literaria, donde todos aprendimos de todo un poco, y donde amén de leer cada uno o cada cual sus últimos poemas, me divertí "una barbaridad".
ResponderEliminarOlé por el i-Ridaider de Ridao. Qué cantidad de libros almacena y colecciona ese bicho nacido de la modernidad.
Por cierto Juan Antonio un acta sobria, elegante, y con "musha jondura y ... ".
Un abrazo.
Ah! las fotos realizadas son de Fernando el inglés, Alex el sueco, y Simón el pirata de Triana.
El sevillano sueco me ha traido a la memoria una de las entradas del "Diccionario de Coll".
ResponderEliminarZueco: andaluz nacido en Zuecia.
Qué envidia de tertulia.
Abrazos.
Elías
Se me levanta el acta.
ResponderEliminarSólo echo en falta eso de "era una cofradía tan moderna que tenía ibuc de reglas".
Nihil obstat.
En efecto, José María, se me pasó. Edito la entrada y la corrijo.
ResponderEliminarElías, quedas formalmente invitado a nuestra tertulia. Cuando gustes, será un placer. Además, el día que vengas beberemos poco para que no te gastes un dineral :-)
Abrazos para todos.
Nihil obstat.
ResponderEliminarFantástico el anonimato de la acottación. Algo que no entiendo es el pie de mi foto. ¿Por qué mejor de frente, si únicamente se me ve el rostro?
Abrazos hidrargíricos.