Una de sus principales habilidades como escritor es la de ser capaz de extraer giros inesperados, como en el poema que sigue:
Giros
Todos giramos.
El mundo no.
Gira el que,
apenas le roza el sol la frente,
inserta sus manos en la tierra
y extrae de las cenizas
de sus antepasados
el fruto cierto.
Gira la que,
generosa hasta regalarse,
acoge en su vientre
la certeza de florecer.
Gira el que,
ahogado por la impalpable
fuerza de ser,
se arrastra entornando los ojos
hacia lo alto suplicante.
Gira el que,
apenas conocido el mundo,
llora una necesidad
que nunca quedará saciada,
porque la lleva herrada
en los ojos.
Gira la que,
acosada por el desamparo,
se abraza a su amante
como el musgo al árbol
para que no la extenúe
el viento del norte y
caiga al suelo marchita.
Giran los que,
siguiendo el método,
hacen su cama diaria
tensando los cuatro extremos
de sus expectativas,
plegando con desaliento
el embozo de un anhelo y
alisando su capa más externa.
Giramos en fin todos
desde la proyección
original... pero no,
nunca el mundo
Fernando Moral
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