miércoles, 26 de octubre de 2011

Acta de la tertulia del 20 de octubre de 2011


El 20 de octubre a las 20:30, y tras recoger al poeta  José Julio Cabanillas en la parada del metro de Nervión, llegamos al Fogón de Leña, donde ya nos esperaba el novelista Félix G. Modroño; de inmediato comenzaron a aparecer el resto de Mercuriales: José Miguel Ridao, Julio Ariza, José Manuel Gómez, Jesús Cotta, Ramón Simón y, a lo largo de la velada, Alonso Coca y José María Jurado. Excusan su presencia, bien por enfermedad (Aurora Pimentel, nuestro anunciado invitado Víctor Jiménez), bien por motivos familiares (Alejandro Muñoz, Fernando Moral, Toi del Junco), así como Antonio Serrano, que hasta el último instante estuvo a punto de asistir. 
Antes de comenzar la cena, procedimos a llamar por teléfono a Toi del Junco, que cumplía sus primeros cincuenta y cuatro años de vida, y fue convenientemente felicitado por ello. También transmití los saludos de uno de nuestros más fervientes admiradores, Elías Moro, que se había puesto en contacto conmigo esa misma mañana y que se ha ofrecido a mandarnos algún texto para que sea leído en una próxima tertulia. Quede aquí recogido, pues ya se sabe que scripta manent, y obligan...
Tras pasar al salón habitual, procedimos también a dar cuenta de algunos de los ya tópicos literarios de nuestra tertulia. El primero de ellos, escuchar a Ramón Simón (quién si non) hablar de su libro virtual Las miradas del amor y de las últimas incorporaciones a esta cada vez más magna obra, como se puede ver aquí. Coincidió este momento con la llegada de Alonso y José María, los dos rezagados de la noche. Este segundo preguntó al instante si Ramón había pronunciado ya la palabra mágica, pero este se negó a hacerlo, ya que según él, le imponía la presencia de José Julio Cabanillas.
José Julio Cabanillas
Ramón continúa mostrando un precioso ejemplar del libro El arte del mar, colección de daguerrotipos y fotografías tomadas desde 1848, bellísimas. Era un libro prestado, por lo que podemos imaginar la cara del portador cuando, accidentalmente, José Miguel Ridao derramó una botella de vino sobre José María Jurado, que en aquel momento estaba contemplando el libro. Afortunadamente, no llegó el tinto al folio ni, en consecuencia, la sangre al río.
También fue comentada en estos momentos iniciales la pérdida de peso de Julio Ariza, que asciende ya a catorce kilos, razón por la cual esta vez se permitió alguna cerveza y una ingesta de alimentos a discreción.
Pese a las renovadas insistencias de los asistentes, Ramón seguía sin pronuncuar su palabra mágica y fue entonces cuando salió el tema del lenguaje políticamente correcto. Comenté cómo algunos de mis alumnos, al glosar el Lazarillo de Tormes, afirmaban que su primer amo fue un invidente. Julio Ariza comentó que él también había leído lo mismo en diversos ejercicios de su alumnado.
Julio Ariza y, difuminado tras él, Félix G. Modroño

Juan Carlos, el gentil maître del Fogón de Leña, a duras penas, consiguió hacerse escuchar para contarnos las excelencias del día, entre las que el solomillo de potro lechal asturiano a la piedra causó sensación. Por aquellos instantes, el señor mantenedor, José Manuel Gómez, anunció su marcha, pues tras una agotadora semana, necesitaba descanso. Nos emplazó, eso sí, para el 9 de noviembre, fecha en la que se presentará su novela En busca de la flor de la siempreviva, a cargo de José María Vaz de Soto, con la intervención de Jesús Cotta y el que les escribe, Juan Antonio González Romano, ambos para presentar en sociedad, aprovechando la ocasión y el magnánimo gesto del mantenedor, la Tertulia literaria Los Mercuriales. El sitio, la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
Nuestro invitado, Félix G. Modroño (cuyo parecido con Carlos Sobera recalcó él mismo), autor de novelas como La sangre de los crucificados o Muerte dulce, ambas en Algaida, nos contó el proceso de creación de su tercera novela, actualmente en curso. A sus palabras acerca de su obra, afirmando literalmente "lo siento, soy comercial", José Miguel Ridao le contestó que "lo sentimos nosotros, que estamos tiesos". Félix también nos contó alguna errata de su primera obra (corregida en  la edición de bolsillo) y el fastidio que le causó.
Félix G. Modroño y, difuminado tras él, Julio Ariza
Al hilo, comentamos otros casos de erratas y errores varios; José Julio Cabanillas nos refirió el caso de un colombiano que se había especializado en cazar errores en Cien años de Soledad. De ahí pasamos -el libro de fotografías antiguas aún circulaba entre los contertulios- a referir que existía una foto de la mujer de Mozart, según nos afirmó José María Jurado. Él mismo se refirió a su, digamos, belleza diferente (por seguir con lo políticamente correcto), lo que llevó a nuestro invitado poeta a apostillar: "Claro, por eso Mozart compuso tanto". Fue Ridao el que a continuación se refirió al daguerrotipo de Emily Dickinson y hasta qué punto la imagen de algún autor (o autora) puede influir en su lectura. El siguiente paso fue comentar las famosas fotografías de los difuntos, las máscaras mortuorias, a partir de una mención a la película Los otros. Y eso que noviembre aún no había llegado.
Ramón Simón pidió la palabra pero se quedó en blanco: esta vez le falló su memoria, no la de la cámara, a lo que le dije que hasta que no dijera su palabra mágica, seguiría con pérdidas de memoria, como castigo divino, es decir, mercurial. Por tercera vez negó, pero no se escuchó cantar ningún gallo.
 Félix G. Modroño es también aficionado a la fotografía: de hecho, su blog se denomina El cazador de momentos por este motivo. Dado su origen vizcaíno y teniendo en cuenta que se acababa de producir el anuncio de la banda terrorista vasca del abandono de las armas, este tema fue ampliamente comentado. Félix nos refirió cómo vivió todo este asunto en su juventud, cuando residía en el País Vasco. De hecho, él, a los catorce años, presenció el asesinato de un guardia civil, yendo camino del insitituo. Además, su tercer libro, en elaboración, trata del origen del conflicto vasco (vaya con lo políticamente correcto).
A las 22:37 minutos (nuevo récor guines), Ramón dijo su "puticlub", breve interrupción en la temática vasca. El caso es que -inescrutables son los vericuetos de la mente humana, si bien los de Ramón conducen siempre al mismo fin- estaba hablando de que él era concejal cuando el asesinato del doctor Cariñano y que, durante un tiempo, tuvo que acostumbrarse a mirar los bajos de su coche cada vez que lo iba a usar.
La tertulia, a continuación, pasó por otros temas. Tal vez azuzados por la alusión de Ramón a los antros de pecado, se comentaron otros hechos directa o indiurectamente relacionados: París como ciudad de la sífilis años ha (Julio Camba, según nos contó Cabanillas, llamó a París "el octavo pecado capital") o el pintoresco matrimonio de Antonio Machado con la jovencísima Leonor, que le costó una cencerrada del alumnado de Soria a don Antonio. También comentó Julio Ariza que Cicerón se casó con una niña de nueve años. Ridao remató la conversación aludiendo a la reciente boda de la duquesa de Alba.
Varios mercuriales a la escucha
 El asunto del título de libro de actas de la Tertulia del curso 2010-2011, ya en su fase final de elaboración, fue también ampliamente debatido. El que contó con más adhesiones, Mortadelo, Rilke, Filemón, suscitó algunas reticencias del autor de la frase que lo motiva, José María Jurado (las circunstancias concretas en que se dijo la frase pueden leerse aquí), de manera que el título definitivo aún sigue en el aire.
Dado que teníamos un invitado vasco, salió a colación uno de los habituales chistes de vascos, el del joven que acude a una papelería a pedir "un  mapamundi de Bilbao" fue glosado por el inefable Ramón Simón: "un mapamundi de los puticlubs de Bilbao".
Llegaban ya los postres (incluido un sorbete cava y limón de más, que fue aceptado sin problemas, ante el número de voluntrarios: casi todos excepto Alonso Coca, que afirmó que "no soy mucho de sorber") cuando, como es ya habitual, comenzó el turno de lecturas.
Alonso Coca, el inédito
 Así pues, las primeras infusiones acababan de llegar cuando comencé la lectura de mi último apócrifo. La editorial Sim baraja la idea de publicar una tercera edición de mis Olvidados inolvidables, con la condición de que incluya nuevos autores. El primero de ellos sería, en este caso, Simón Rondón Vigneau, poeta ferroviario, amigo de Bécquer y posromántico como él, inspirado (obvio es decirlo) en Ramón Simón, toda vez que el apellido suizo Vigneau pertenece a sus ancestros. Aunque me esté mal el decirlo, la historia no fue mal acogida.
Un momento de la lectura del secretario mercurial
El ínclito Ramón leyó un tríptico de poemas inspirados en Velázquez, pájaro solitario, de Ramón Gaya, que fueron muy bien recibidos por los asistentes. De hecho, José Julio Cabanillas, afirmó que "me ha gustado mucho, pero trae aquí que lo lea".
Ramón Simón, el ínclito
 Jesús Cotta leyó un poema sobre su despertar a la sexualidad. Pese a los evidentes excesos líricos, el poeta insistió en que "es verídico". Con todo, José Julio denominó a Cotta "poeta hiperbólico" y Ridao apostilló "y fantasmagórico".
Jesús Cotta, al fondo, realiza un gesto tal vez relacionado con su hiperbólica lectura
 José María Jurado leyo diversos sonetos: uno veneciano, con el ajedrez como trasfondo; un soneto blanco sobre el Barón Rojo y otro más titulado "Romanticismo". Todos fueron amplia y justamente celebrados.
José María Jurado, el veneciano

 En mi segunda intervención, preocedí a la lectura del (hasta ahora) último de mis Diurnos, libro que se halla ya en su fase final de elaboración.
Con su ridaider en mano, José Miguel Ridao leyó unos fragmentos de La España negra de pintor José Gutiérrez Solana, escrito en 1920. Y, a continuación, nos hizo reír con un capítulo de su próximo libro Duérmete, papi, en proceso de edición para la colección Extravagancias, de la Fundación Ecoem. Jesús Cotta, además, nos mostró un ejemplar del libro que acaba de publicar en este mismo sello, Manual de ayuda contra los libros de autoayuda.
La sabiduría y la sed

Veintisiete minutos después de la medianoche, la tertulia tocaba a su fin. La suäve noche nos espera a las puertas del Fogón. Las últimas bromas. Sonrisas en los ojos. Viandantes atónitos nos contemplan. Mercurio, en lo alto, también sonrie.


Imágenes de Ramón Simón, salvo la que lo retrata, obviamente.

martes, 4 de octubre de 2011

Acta de la tertulia del 21 de septiembre de 2011

El 21 de septiembre de 2011, en el Fogón de Leña de la ciudad de Sevilla, vuelven a reencontrarse oficialmente los señores mercuriales, (por orden de llegada) Julio Ariza, Jesús Cotta, José Manuel Gómez, Alejandro Muñoz, Ramón Simón, Fernando Moral (que apareció en el momento en el que se indica infra) y el que les levanta el acta, Juan Antonio González Romano, que fue el primero en llegar, de nuevo. Excusa su presencia el resto de habituales y se estudian fórmulas y días para que se facilite una mayor asistencia en próximas convocatorias.
Tras los abrazos y las primeras copas a las puertas del Fogón, y transcurrida ya casi una hora, pasamos al salón-sede oficial de la tertulia, donde el señor mantenedor nos comentó sus aventuras italianas de este verano, concretamente en Castagneto Carducci, desde donde realizó incursiones en Venecia y Florencia. Además, debo dejar constancia de que lo hizo con una copa de cerveza con alcohol en la mano, hecho insólito digno de pasar a los anales de la tertulia. No menos que el tinto con casera blanca que tomó Julio Ariza durante toda la noche.

Tras unas ampliamente comentadas palabras de Jesús Cotta (que se refirió al libro Moralidad en inmoralidad en el siglo XX, donde se defiende que el mismo fascismo, aplicado en distintos países, da diferentes resultados: Alemania, China, Italia), advertimos que la cámara de fotos de Ramón Simón, el inefable, carecían de tarjeta de memoria, por lo cual no pudo usarse en toda la noche. De ahí que las imágenes que ilustran esta entrada estén realizadas con un modesto teléfono móvil y no se aproximen, ni por casualidad, a la calidad de las de tertulias anteriores.
Ramón Simón, el olvidadizo
A las 21:37 llegó al salón el último de los contertulios, Fernando Moral (dejemos constancia de la hora para que no tenga problemas con su jefe de estudios) y comentamos los horarios de los mercuriales, con objeto de buscar la fecha más apropiada para próximas tertulias, que irán alternando miércoles y jueves. Jesús Cotta afirmó por entonces que él ha decidido impartir algunas clases en el nocturno "para dar griego", expresión que debió ser matizada ante los comentarios de la concurrencia: Alejandro salió en su defensa afirmando que Cotta "es dante, no tomante".
Ramón Simón continuó dando noticias de su libro Las miradas del amor (de momento, libro virtual; en un futuro, esperemos que libro de verdad) al que últimamente se han sumado con sus textos los poetas Antonio Rivero Taravillo, Enrique Barrero, Víctor Jiménez, Juan Peña, Pablo Moreno, Jesús Beades y Jesús Tortajada.
También se comentó la excelente acogida que ha tenido la idea de convertir en libro las actas de la tertulia. Solicitamos a todos los invitados que recitaron sus textos durante el pasado curso mercurial que nos los enviasen para publicarlos junto a las actas y todos han contribuido: Antonio Rivero Taravillo, Carlos Vaquerizo, Antonio Serrano Cueto, José Miguel Domínguez Leal y José Manuel Benítez Ariza nos hicieron llegar sus aportaciones con una celeridad digna de elogio. El libro, pues, sigue adelante, si bien algún mercurial habitual aún no ha hecho los deberes...
Alejandro, disfrutando de la noche
 Los temas se suceden y lo mismo se haba de Ibáñez Langlois que de la segunda cerveza con alcohol del  señor mantenedor o del encuentro entre Fernando y Ramón son sus respectivas durante el mes de agosto (Fernando se hallaba celebrando su vigésimo aniversario de bodas). Por supuesto, se hizo hincapié en que compondremos un himeneo para la boda del ínclito (Ramón, claro). Dicho canto nupcial fue también comentado hasta la saciedad: que si debía ser un himeneo sin gesticular (aunque alguno, como Alejandro, prefería que se escribiese un himenea) o que debería recitarse, en su momento, con las nalgas alzadas. Esta última idea dio lugar a una greguería ramoniana (de nuestro Ramón, claro): el metrónomo del tiempo lo marcan las nalgas de una mujer. Ante este momento lírico, el señor mantenedor dejó caer la idea de que las actas podrían escribirse alguna vez en verso. No me provoques, fue mi respuesta.
Ramón (quién si no) planteó una reflexión sobre el pasado:  todo lo que ha tenido ocurrir para que estemos aquí, desde hace generaciones y generaciones. José Manuel Gómez aludió a continuación a la biografía de Julio Camba, polizón a los 16 años en un barco a Buenos Aires, de donde fue expulsado con el billete de vuelta pagado, con lo que fue y volvió a las Américas sin gastarse un duro. El propio mantenedor (soy incapaz de reproducir qué mecanismos dieron lugar a que desde el comentario anterior se pasase al siguiente) comentó una idea muy de su agrado, que es la de los difuntos como mediadores con Dios.
Tras hablarse del origen del término snob (sine nobilitate) o hablar de Lorca y Cernuda, o de las musas y el trabajo, comentamos la presentación del Tablero de sueños del hoy ausente José María Jurado y, a continuación, el señor mantenedor anuncia (momento yo he venido a hablar de mi libro, entonado al modo Umbral) que en noviembre se presentará su En busca de la flor de la siempreviva (Ediciones de la Isla de Siltolá, colección Levante) y que, en tan alta ocasión, se hará también la presentación oficial en sociedad de la Tertulia, todo ello en la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras. 
Jesús Cotta y José Manuel Gómez, futuros presentador y presentado, respectivamente, en la Academia de Buenas Letras
Pasamos al siguiente tema, íntimamente relacionado con el anterior: los títulos de ciertas películas porno. Especialmente celebrado fue aquel de Me he tatuado El Quijote y aún me sobra cipote. Dado lo candente del  tema, se comentaron a continuación las inocentes fotos de Scarlet Johanson (casi ninguno comentó haberlas visto, y nadie sabía, por supuesto, que estuviesen por ahí circulando). Fue entonces, (eran las 23:05 de la noche) cuando, sin poder aguantarse más, Ramón Simón mencionó su palabra talismán, puticlub, tal vez por una inexplicable conexión de ideas cuando alguno de los mercuriales comenzó a succionar con ahínco su sorbete de limón al cava.
Llegados los postres y las infusiones correspondientes (volvieron a ganar las de ron), comenzó el turno de lecturas, de lo más variado. Dejemos constancias de que, a estas alturas, el mantenedor pidió una coca cola light, si bien confesó haber estado a punto de pedir una casera blanca.
Comenzó el señor mantenedor, don José Manuel Gómez, dando cuenta de algunas de las anécdotas parlamentarias de Luis Carandell pertenecientes a su libro Las anécdotas de la política. De Keops a Clinton. A continuación leyó un texto propio, en papel manuscrito, "Calendario sentimental".
Fernando Moral leyó un  poema de juventud de un poeta del 27 que resultó ser Gerardo Diego. Aquel que termina con el verso ¿Eres poeta? ¿Qué falta te hago yo? Sueña...


Fernando Moral, de semiperfil

Alejandro Muñoz llevó un texto de inédito Julio Mas Alcaraz y, por los motivos que comentó ya en su blog, uno de temática taurina, de Romero Murube. Este nombre nos llevó a hablar de Miguel Hernández, Lorca y Machado. Acerca de la inexistente tertulia con temática taurina que se anunció al final del curso pasado, se comentaron también las fotos de Ramón con estos motivos, y se propuso un título para la presunta nueva obra, Los cuernos del amor.
Julio Ariza dio cuenta de unos fragmentos de El elogio de la sombra, de Tanizaki, con genial glosa de Alejandro: Parece un episodio de Doraemon.

Julio, el canijo: 13 Kg. menos que en la tertulia anterior
 En mi turno, leí el penúltimo de mis Diurnos, compuesto durante este verano. Ramón, por su parte, leyó tres poemas: Epitafio. A las puertas del abismo. 31 de agosto. A continuación, Jesús Cotta leyó un poema inspirado en la filosofía de Guillermo de Okham.
Volvió a la carga Fernando, con medio poema infantil, lo que podríamos considserar un poema inconcluso, un juego versificador que a Julio le recordó a Gloria Fuertes.
El turno final, cómo no, fue para Ramón Simón, que anunció que Pablo Pámpano colaborará en la confección de la portada del libro de actas de la tertulia. Por nuestra parte, le hemos encargado un grabado para galardonar al nuevo  mercurial de plata y a los sucesivos.
A los cuarenta y cuatro minutos del nuevo día comenzó a terminar la tertulia. La próxima quedó fijada para el jueves 20 de octubre, con la idea de facilitar la asistencia de Aurora Pimentel, José Miguel Ridao y José María Jurado; esperemos que también la de Alonso Coca y, si su celebración de cumpleaños se lo permite, la de Toi del Junco. Para ese día está confirmada la asistencia de los poetas Víctor Jiménez y José Julio Cabanillas, y tal vez alguna sorpresa más.
La noche cerrada. Los últimos abrazos, que no serán nunca los últimos. Sonrisas en los corazones. La hora del regreso.
Anda, Platero...