lunes, 26 de diciembre de 2011

Acta de la tertulia del 15 de diciembre de 2011


El 15 de diciembre de 2011, a partir de las 20:30 horas, comienzan a aparecer a las puertas del Fogón de leña, los señores mercuriales Toi del Junco, Julio Ariza, Jesús Cotta, José Miguel Ridao, Ramón Simón y Juan Antonio González Romano, a los que se les suma más tarde Fernando Moral, tras llegar raudo y veloz del trabajo. Nos acompañan, como invitados de lujo, Antonio Rivero Taravillo, Antonio Serrano Cueto y, nuevo en esta plaza, Juan Lamillar. 
Juan Lamillar, invitado de lujo
 Tras las habituales copas de bienvenida mientras esperamos a que se alcance el quórum previsto, pasamos a las 21:10 al salón de actas. Las primeras conversaciones giran en torno a la presentación del libro de Toi del Junco Otra forma de mirar la catedral de Sevilla, que ya quedó glosada aquí. A este respecto, el autor comenta su orgullo al ser este el primer libro de fotografías editado por el cabildo catedralicio en sus seiscientos años de historia. 
Toi del Junco, grande no solo en el talle
 Toi y el inefable Ramón Simón se enfrascan en una conversación en la que, aparte de referir la supuesta homosexualidad del primero -de la que alardeó sin que ninguno de los contertulios le diese el más mínimo crédito-, se comentaron los límites de la composición fotográfica y los retoques que son admisibles. Al hilo de esta charla, surgen perlas como la de Fernando Moral, que define las setas de la Encarnación como la gofre house o las de Antonio Rivero, que afirma que, en el época victoriana, "las fotos de las hadas no se retocaban". El mismo Antonio comenta que el libro de Eva Díez, Sevilla, un retrato literario, se parece a una fotografía por infrarrojos, ya que, en su recorrido por calles y lugares de la capital, aparecen todos los que han pasado por allí a lo largo de la historia.
Antonio Rivero Taravillo, entre varias "aguas"
 La conversación pasa a tratar de otros asuntos sevillanos; el propio Toi afirma que en Sevilla aún estamos en el barroco, lo que se ratifica entre todos al comentar los pregones de Semana Santa de nuestra ciudad. Retomada la conversación acerca del libro de Toi, este señala que el Sr. Arzobispo se ha ofrecido para redactar el prólogo de la segunda edición, si la hubiere, cosa de la que ninguno de los tertulianos duda. También comenta Toi la asistencia a su presentación del alcalde, Juan Ignacio Zoido, Guainasio para los que lo conocían de chiquitito, aunque habitualmente lo llamaban el negro en sus tiempos escolares.
Toi, el de la barba florida
Caprichos de la noche vuelven a sacar el tema de que el impar Ramón Simón es el primer divorciado que ha publicado un libro de poesías con la editorial Númenor. 
El asunto deriva a continuación hacia las biografías  de presuntos famosos, o de gentes que desean escribir sus biografías. A este respecto, Antonio Serrano comenta que un familiar suyo, campeón español de motonáutica, quería escribir su propia biografía. La pregunta es a quién podría interesarle dicho libro. Toi apunta que a veces los libros o los discos se venden exclusivamente por la cubierta.
 Los Antonios, Rivero y Serrano, refieren tras esto diversas anécdotas de la última tertulia mercurial en la que coincidieron, que acabó en la taberna irlandesa Flaherty, recientemente carrada (y cuyo planto cantó el propio Taravillo en su blog). Toi del Junco reflexiona acerca del cierre de este local, por el que su inquilino pagaba una renta que ascendía a veinticuatromil euros mensuales (algo menos, sin el iva, según corroboró el siempre bien informado en lo que a asuntos irlandeses se refiere Antonio Rivero), a pesar de lo cual el dueño del local decidió no prorrogar el contrato de alquiler, al parecer pretextando los ruidos colaterales (cosa extraña, ya que todo el edificio es de su propiedad). 
Los Antonios
 Sin saberse muy bien por qué, José Miguel Ridao refiere a continuación al perfume que ha sacado al mercado Nacho Vidal, con el sugerente nombre de Eau 25, (pronúnciese en correcto francés, tal y como lo hizo monsieur Ridao), en un frasco que es reproducción fiel de los veinticinco centímetros del afamado actor porno. Jesús Cotta pregunta por los efectos de dicho perfume.
Cotta, pensando en los efectos del 25
 Se procede entonces -adviértase el continuo devenir de las conversaciones hacia los más variopintos y alejados extremos- a un brindis conjunto por los allí presentes, que el ínclito Ramón Simón apostilla con su petición: "Creed más en Dios, cojones". Tras el brindis, el hiperactivo Ramón marcha al servicio, no sin antes ser prevenido por Toi: "Como tardes mucho, te quedas sin almejas" (los malpensados creyeron que lo decía por los suculentos platos de bivalvos que poblaban, junto a los indispensables ibéricos y a carpaccios de foie de oca, indescriptibles, la mesa de la cena), a lo que Ramón (quién si non) replicó: "Si no quedan almejas, quedarán almejillas". 
Entre trianeros continúa la charla, ya que el gaditano Antonio Serrano (que en Triana tiene su segunda vivienda), al hilo de los cambios políticos recientes, comenta los defectos y virtudes de la alcaldesa de Cádiz, Teófila, su conocimiento de los barrios o el soterramiento de la vía del tren. Se analizan por entonces algunos de los posibles ministros y se centra la conversación en torno a la política cultural, a la que, según opinión de Antonio Rivero compartida por todos, le vendría muy bien una gestión central, ante el tremendo desequilibrio entre regiones. Diversos nombres y análisis van surgiendo al hilo de este tema cuando comienzan a llegar los platos principales. Al recibir Antonio Rivero su pierna de cordero, Toi le pregunta si no le da sentimiento. "Sí, pero me sobrepongo", fue su celebrada respuesta.
Antonio Rivero, Juan Lamillar, Julio Ariza
 Obama, Evo Morales, Tomás Segovia y sus sonetos, Iñaki Urdangarín (cómo no), el coste de la monarquía (diecinueve céntimos por español al año, según apostilla Jesús Cotta; Antonio Serrano añadió que ese dato lo debía haber sabido Lola Flores cuando pidió una peseta por español para saldar sus cuentas con Hacienda), el debate entre esta y la república, la obra de Juan Sierra o la presunta homosexualidad de Miguel Ángel, a tenor de los biceps que pintaba a las señoritas que retrataba, fueron otros asuntos que circularon por la tertulia y de los que dejo constancia aquí, a pesar de que Antonio Serrano apuntaba en aquellos momentos que el secretario tomaba poca nota de lo dicho.
Afortunadamente, Ramón Simón (quién si non) inmortalizó al Secretario tomando notas, rodeado de copas de infusiones...
 El recurrente tema del título del libro de actas de la tertulia mercurial volvió a salir a continuación, pero no pareció tener mucho éxito, ya que al instante Fernando Moral comentó cómo una noche de borrachera acabó montado en el indio de la avenida de Kansas City; de ahí se pasó a glosar anécdotas divesas relacionadas con el mundo de los blogs y sus asiduos, o con las entradas de la wikipedia (Toi) o de los problemas derivados de la anonimia en internet (Antonio Serrano). Con todo, entre divagaciones y recuerdos varios, surgieron algunos posibles títulos, como Versos a la piedra (recordemos que el título no hace referencia -o no solo- a la nunca bien ponderada actriz Lucía Lapiedra, sino a las inefables carnes a la piedra que se pueden degustar en el Fogón de Leña), Versos de humo, Letras de humo o Leña al mono. Por motivos evidentes, se postpuso -una vez más- la decisión final en torno a este asunto.
Fermando Moral (mono de humo), comiendo chicle (foto de archivo)
Los problemas relacionados con la traducción de textos centraron los siguientes minutos, a raíz de la original traducción que José Miguel Ridao había perpretado para el famoso monólogo de Hamlet (y que se puede leer aquí). Antonio Rivero apuntó que el traductor de poesía profundiza más en el texto que un lector nativo. Se comentaron las traducciones de Esteban Torre de los sonetos ingleses de Pessoa y de ahí se pasó a hablar de sus heterónimos.  
José Miguel Ridao, en actitud pessoiana
 Ramón Simón, el locuaz, definió seguidamente al poeta como arquitecto de palabras o pintor de imágenes; en su opinión, la poesía recoge todas las artes. Antonio Rivero definió la poesía como la más menesterosa de las artes, ya que solo trabaja con palabras. Nuevos vericuetos de la charla llevaron a Antonio Serrano a reflexionar, con Horacio, sobre la relación de la imagen con la poesía, para concluir que la poesía -sublimada por los poetas- no es más -ni menos- que la "transmisión de una emoción". Taravillo añadió que la poesía también debe ser "generadora de otra emoción". Al hilo, el secretario comentó la diferencia que José Julio Cabanillas establece entre "sentimiento" y "emoción", distinción nada baladí a este respecto.
En este punto, comenzaron a llegar  las infusiones on the rocks a la mesa y, por lo tanto, era hora de comenzar el turno de lecturas, que en esta ocasión abrió Julio Ariza leyendo uno de sus antipoemas, una recreación de Cernuda, escrito en el marco de un intercambio con una norteamericana ("no un intercambio de fluidos", matizó). 
Julio Nicanor Ariza, el que en buena hora nasçió
  Tras este "Homenaje antipoético a Cernuda", Antonio Rivero Taravillo leyó su poema "Fábula de fuentes", motivado por unas labores de bricolaje en casa (un modesto atasco de un lavabo puede dar pie a poemas como el de Antonio).
Antonio Rivero, melillense de pro
 José Miguel Ridao, tras una traducción de un poema de Owen, pasó a "deleitarnos" con un texto propio, titulado "De meteorismos", que él mismo aclaró versaba sobre los pedos, es decir, la "cotidianeidad cuesquera".
José Miguel Ridao, leña meteórica, el que en buen hora jiñó espada
 Un nuevo radical cambio de registro se produjo cuando nuestro invitado Juan Lamillar pasó a leer su poema inédito "La nieve roja", impresionante homenaje a Góngora y, a continuación, a leer un soneto erótico de 2008, inspirado en unas palabras de Octavio Paz.

El soneto
El poeta: Juan Lamillar
 Tras el silencio posterior a la lectura de estos poemas (roto por un nuevo aforismo, "cada silencio tiene su matiz"), Fernando Moral leyó un relato dedicado a José Miguel Ridao, cuyo contenido versaba sobre la pose de los poetas, y en cuya lectura hizo intervenir al propio Ridao. El texto hizo que se comenzase una conversación acerca de los libros electrónicos y las librerías de librero, frente a las de los centros comerciales. Fue Antonio Serrano Cueto el que, mientras hablaba de estos asuntos, fue inspirado por las musas para proponer un nuevo título para el libro de actas, El fogón de las letras. Retomada la conversación previa, el mismo Antonio Serrano comenta que, para nosotros, el libro es algo más, un algo que se pierde con el libro electrónico.
Me tocó el turno de lecturas, en el cual señalé que apenas una hora antes -en el paso de la medianoche-. había comenzado mi cumpleaños y, tras recibir las convenientes felicitaciones por sobrevivir un año más, leí una soleá y, a continuación, el soneto que había compuesto para felicitar las navidades. Abusando de la generosidad de los presentes, leí  por último un par de diurnos de mi próximo libro.
El Secretario, el que en buena hora tomó nota
 Antonio Serrano Cueto puso fin al turno de lecturas de la velada anunciándonos que tiene un nuevo poemario ya muy avanzado, del que leyó dos poemas, "uno más triste, otro más luminoso", según sus propias palabras.
Antonio Serrano, fecundo en ardides
Intercambios de libros, saludos, abrazos y palabras últimas fueron dando fin a la noche, cuando ya nos acercábamos peligrosamente a las dos de la madrugada. La satisfacción general se advertía en los rostros de los amigos tras la intensa noche vivida. 
El invierno inminente no pudo con nosotros: el calor de la poesía y la amistad nos acompañaba de regreso a casa. 

Nota Pene: Las fotografías que acompañan esta entrada han sido tomadas por el nunca bien ponderado Ramón Simón
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