domingo, 27 de marzo de 2011

Acta de la tertulia celebrada el 25 de marzo de 2011

Poco antes de las nueve de la noche, Julio Ariza y el que suscribe llegamos al Fogón de Leña, dispuestos a ir recibiendo al resto de los Mercuriales sevillanos y los de adopción, procedentes de Cádiz. El primero en llegar fue Antonio Serrano Cueto, terno oscuro y rostro sonriente: venía andando desde la trianera calle Castilla hasta Nervión, en la espléndida noche de primavera sevillana que nos acogía. Tras él, Antonio Rivero Taravillo, recién llegado de Irlanda, en una nube aún, y muy poco después José Miguel Ridao, acompañado por los dos gaditanos restantes, su tocayo José Miguel Domínguez Leal y José Manuel Benítez Ariza.
Ariza y Ariza
Mientras los Ariza (Julio y José Manuel Benítez) intentaban trazar sus respectivas genealogías en busca de coincidencias,  llegó con su moto Ramón Simón, rompiendo el hielo. Valga como ejemplo el saludo que le hizo a José Manuel Benítez: Te imaginaba más alto
En este primer encuentro, en el que algunos nos veíamos por primera vez en persona, surgieron comentarios acerca de los parecidos razonables: Benítez Ariza y Rivero Taravillo; Ramón Simón y Luis Alberto de Cuenca cuando más joven (Ramón, claro). En fin.
Ya sentados en la mesa, Ramón comenzó su capítulo habitual acerca de los pormenores de su boda. En ello estaba cuando, directamente del trabajo, llegó José María Jurado. Eran ya las 21:35. Hablaba entonces Ramón de que, llegado el turno de infusiones y lecturas, pretendía homenajear a dos poetas sevillanos: su tío García Viñó y Fernando Ortiz, cuyo delicado estado de salud fue comentado durante unos minutos. Antonio Rivero refirió la publicación inminente de una obra de Ortiz y recordó cómo este poeta, poco conocido fuera de Sevilla, fue de los primeros en acoger la influencia en nuestras letras de la poesía de Ezra Pound (baste recordar el título del primer libro de Fernando Ortiz, Personae).
Hacia las 21:45 el Excmo. Sr. Mantenedor vitalicio de la tertulia, José Manuel Gómez Fernández, apareció en el Fogón. Discurría entonces la charla con reflexiones en torno a la polémica entre los términos poeta-poetisa. Antonio Serrano recordaba que el término "poeta" es claramente masculino, por lo que al usarlo para una escritora se produce una clara incorrección. La mayoría comentamos que el término "poetisa" viene cargado de connotaciones negativas, se asocia a lo cursi, y de ahí el desapego de las poetas hacia su uso. Alguien reivindicó, por qué no, el empleo de un término como "poetiso" para, los poetas (incluso se propuso algún ejemplo al azar, como el de Luis Antonio de Villena).
Rivero Taravillo, Domínguez Leal y Benítez Ariza
 A partir de este momento, se establecieron amenas disquisiciones acerca del lenguaje políticamente correcto. José Manuel Benítez recordaba cómo recientemente se ha censurado una edición norteamericana de Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, a la que se le ha eliminado la palabra "nigger".
Se estaba comentando que los poetas Luis Antonio de Villena y Luis Alberto de Cuenca se negaban a aparecer abreviados como "L.A. de Villena", "L.A.de Cuenca" (a pesar de lo cual, esta abreviatura se había empleado en diversas publicaciones) cuando advertimos que ninguno de los gaditanos allí presentes comía queso, curiosa coincidencia. También fue por aquel entonces cuando se verbalizó por primera vez una idea que andaba rondando en la cabeza de muchos, el de la diferencia entre los camareros que habitualmente nos sirven cuando vamos entre semana, a las camareras que nos atendieron el viernes, especialmente la bautizada como La reina de Saba por alguno de los comensales.
La reina de Saba
Hablando de Antonio Rivero Taravillo, este nos comentó a continuación su semana irlandesa, en especial su comida con la Presidenta de Irlanda, el rey de España y toda la peña (sic). Nuestra innata curiosidad nos llevó a preguntar si en aquella comida hubo algo turbio, como por ejemplo bailarinas exóticas.
Mucho estaba tardando en llegar el brindis oficial de la noche, en honor de los gaditanos; el encargado fue el impar Ramón Simón, que ante el ambiente irlandés que nos rondaba entonces, se autodenominó Raimon Simon & Garfunkel. Coincidencias o no, también en aquellos momentos se escucharon unos encendidos elogios a las almejas que estábamos degustando.
Una anécdota narrada por José Manuel Benítez (una madre china que, al ser acusada de que su hijo había roto un libro de texto y, tras alcararse el malentendido, le dijo abiertamente: "mi niño no ha roto el libro. Que me he quedao con tu cara") dio paso a la sección de política internacional: la invasión silenciosa de los chinos (Taravillo afirmó por entonces que Nosotros, los irlandeses, solo somos cinco millones; Antonio Serrano refirió una frase escuchada a su padre: El día que los chinos abran los ojos nos vamos a enterar). Posteriormente comentamos la situación japonesa, la guerra de Libia o la hipocresía del mundo ¿civilizado? cuando el petróleo entra por medio.
En estas estábamos cuando el mantenedor nos hizo encontrar la ruta y volver a las andadas literarias, tal y como manda la tradición, justo con la llegada de las infusiones (escocesas,caribeñas, jerezanas, etc.). Comenzó con dos citas del libro Dersu Uzala de Vladímir Arséniev; la primera de ellas afirmaba (ya a principios del siglo XX) que a los chinos se los puede encontrar en cualquier parte. La segunda cita, más amplia, refirió una emotiva anécdota de cómo Dersu Uzala dejaba alimentos y cerillas en los lugares que abandonaba, pensando en hipotéticos futuros visitantes, y comparaba esta actitud con la de tierra quemada empleada en muchas ocasiones por los occidentales
Los minutos siguientes fueron de expectación creciente. Antonio Serrano Cueto, que ya desde casi su llegada había estado lanzando insinuaciones sobre lo que ahora referimos, nos introdujo (con perdón) en la lectura de un poema de la jerezana Raquel Lanseros, "Tradición Oral". 
Antonio Serrano leyendo el libro de Raquel Lanseros
Con calculada morosidad, fue intrigando al personal (tal vez fuera ahí cuando Julio Ariza afirmó aquello de nos está poniendo cachondos con la espera). Antes de la lectura, glosó y encomió (del verbo encomiar, por supuesto; si lo hubiese dicho Ramón Simón se podría haber entendido otra cosa) la figura de la escritora y hasta nos enseñó su foto:
Raquel Lanseros
Tras varios minutos de presentación (salpicada de interrupciones constantes, todo hay que decirlo) , nos leyó el poema.
Click en la imagen para ampliar, leer y disfrutar
Tras la justa alabanza del poema, que causó estragos (todo junto; deséchese el calambur), José María Jurado ofreció el contrapunto: Pablo Neruda lo dijo más sutilmente: "Me gustas cuando callas porque estás como ausente".
Continuó el turno de lecturas de textos ajenos. Ramón Simón glosó y leyó poemas de Fernando Ortiz y de su tío (de Ramón) Manuel García Viñó.
Ramón y José Miguel
Los textos propios ocuparon ya, de forma casi ininterrumpida (es un decir, claro) el resto de la velada: comenzó José Manuel Gómez Fernández (que, dicho quede, nos anunció que ya está corrigiendo las pruebas de su primera novela, que se publicará en breve) con tres poemas (pese a confesar su pudor por leer su poesía, ya que él se declara prosista).
José Manuel Gómez
 Antonio Rivero Taravillo fue el siguiente: se sacó el aparato (como puede apreciarse en la imagen) y leyó su poema, "Calle Luis Alberto de Cuenca", que pronto aparecerá publicado.
Antonio Rivero, aparato en mano
Fue el turno siguiente para José Manuel Benítez Ariza. Enfrascado en los últimos años en la escritura de su trilogía de novelas (ya en redacción la tercera entrega), confesó haber escrito poca poesía últimamente. Una excepción fue el rap "Nosotros, los de entonces" (Lola Flores fue la primera rapera, admitió Benítez Ariza); comentó su proceso de composición y la acogida que había tenido entre escolares en algunas lecturas hechas en institutos. Su lectura fue acogida con admiración y ampliamente aplaudida.
José Manuel, leyendo su rap
Dos textos propios de Antonio Serrano fueron los siguientes protagonistas: un poema que confesó aún en fase de revisión, "Ulises" y un microrrelato, "El tiovivo".
Antonio Serrano Cueto
En mi turno, leí dos poemas, un "diurno" y otro dedicado a mis hijas, con un libro de Elías Moro, La tabla del tres, como protagonista de la escena poetizada.
Juan Antonio González Romano y José Manuel Gómez Fernández
José Miguel Domínguez Leal fue el siguiente. Leyó un poema publicado en la revista Cal y canto, insipiado en el Cuarteto para el fin del tiempo de Messiaen; desde la memorable introducción que nos hizo, supo captar nuestra atención y admiración.
Las manos de José Miguel Domínguez sobre su poema

El momento mágico se produjo entonces, al comentar José María Jurado que él había compuesto también un poema en prosa dedicado al mismo motivo, que nos leyó a continuación.

Continuó José Miguel Domínguez Leal con la lectura de un poema inédito, sobre la vida no vivida. A su lectura sucedió un emocionado silencio, que dio lugar a la frase del mantenedor: Hay silencios que son aplausos.
José Mieguel Domínmguez Leal
 Ramón Simón fue el siguiente, y nos leyó tres de sus últimos poemas, inspirados en la Semana Santa de Sevilla a través de vivencias muy personales, siempre con sus padres como trasfondo.
Ramón Simón junto a José Miguel Ridao
 Llegó el turno de José María Jurado, que leyó varios de sus poemas en prosa del libro aún inédito Cuaresma, en prosa endecasilábica.

José Miguel Ridao optó en esta ocasión por leer textos de Alejandro Sawa, cuya figura también glosó.

Antes de finalizar, solicitamos a José Manuel Benítez Ariza que nos leyera un nuevo texto, un romance eneasilábico compuesto en Madrid, mientras preparaba la tercera parte de la trilogía. Confesó que fue escrito durante varias noches; tras visitar diversas páginas webs (algo que se suele hacer en tales momentos por-no aburrirse; aplíquese, ahora sí, el calambur), se dedicaba a la composición de este  poema, tan extenso como emocionante: "Madrid, noviembre" era su título.
José Manuel Benítez Ariza; tras él, la reina de Saba
Pasada la una y media de la madrugada del sábado, nos hicimos la foto de familia y abandonamos el Fogón. Algunos volvimos a casa; los más continuaron la noche por otros derroteros (Antonio Rivero propuso un pub familiar, y para allá que se fueron casi todos. Alguno podrá contar en el turno de comentarios lo que allí sucedió, si lo estima oportuno y confesable.
Quedamos en organizar un nuevo encuentro, esta vez en Cádiz, que esperemos pueda llevarse a término.

Casi cinco horas más habíamos pasado en rodeados de amigos y poesía. La madrugada avanzaba. Como no podía ser de otra forma, la noche seguía siendo cálida.
Foto de familia
 
Fotos realizadas con el aparato de Ramón Simón por Juan Antonio González Romano, el propio Ramón Simón y un camarero del Fogón.

domingo, 20 de marzo de 2011

Acta de la tertulia del 17 de marzo de 2011

A partir de las 20:30 horas de la noche, los señores mercuriales fueron apareciendo por el Fogón de Leña. Tras el secretario que esto escribe, llegó el primer invitado de la noche, Juan Carlos Sierra. Más tarde fueron haciendo acto de presencia Ramón Simón, Fernando Moral, José María Jurado y el segundo invitado de la noche, Carlos Vaquerizo. Cuando pasamos al salón habitual, comenzaron a llegar los más rezagados, como se irá viendo convenientemente si se sigue la presente acta con la debida atención. En los primeros momentos de la noche el Sr. Mantenedor vitaclicio de la tertulia, José Manuel Gómez Fernández, excusó su presencia vía sms. Su ausencia fue especialmente comentada por Fernando Moral, que expuso que "si nos falta el mantenedor, nos quedamos sin ruta".
Fernando Moral. Al fondo, Juan Antonio González
 Las primeras conversaciones giraron en torno a los premios literarios y su intrahistoria, toda vez que algunos de los presentes, bien habían sido miembros de jurados, bien participantes asiduos, con dispar suerte (valga la redundancia). Daban las 21:43 de la noche cuando, con cuatro minutos de antelación sobre lo avisado, apareció Alejandro Muñoz, preguntando (adviértase el gerundio de simultaneidad, pues aún estaba en el umbral del salón cuando disparó sus palabras) si Ramón Simón había pronuciado ya la palabra "puticlub" (recuérdese el acta anterior). Dejemos constancia, en este sentido, de que Ramón Simón llegó al Fogón al son (perdónese la rima interna múltiple, ya que esto parece una frase construida por Nicolás Guillén) de "Currito de la Cruz" (versión Carnaval de Cádiz), prometió mesura y, como siempre, no cumplió lo prometido.
A partir de este momento, comenzó el permanente vaivén entre asuntos serios y jocosos. Lo mismo se hablaba de literatura (así, Fernando recordó el aforismo de Óscar Wilde: "Toda poesía mala surge de un sentimiento auténtico") que se contaba un chiste (como el que el secretario refirió acerca del empresario citado por Hacienda).
Alonso Coca
 Los primeros alimentos de la noche (chacinas variadas, tortillitas de camarones) ya estaban sobre la mesa cuando, a las 21:54, hizo su aparición Alonso Coca, justo en el momento en el que Ramón comentaba nuevos pormenores acerca de su boda. Tras ello, nos anunció la exposición fotográfica que realizará en la Casa del Libro de Sevilla en el mes de mayo. Se trata de una muestra de imágenes sui generis sobre la Semana Santa, bajo el título Las miradas del amor
José María Jurado comentó entonces la exposición de cuadros de nuestro amigo Pablo Pámpano realizará también en la Casa del Libro, y anunció que su obra Plaza de toros será presentada en Madrid por Luis Alberto de Cuenca el primer día de la feria de Las Ventas.
José María Jurado
Continuó el elocuente Ramón. Nos pidió colaboración a los Mercuriales para elaborar textos que acompañasen a las imágenes de su exposición fotográfica, iniciativa que fue -obvio es decirlo- muy bien acogida por los presentes, a pesar de ciertos comentarios del ínclito Ramón que llegó a afirmar que estáis todo el día de mariconeo o de puticlub. Dado que el ínclito elocuente no paraba, el camarero le sirvió la última tortillita de camarones. Ante su extrañeza, le explicamos que el camarero lo hacía para que se callase un ratito, ya que llevaba toda la noche chorreando betadine.
Tras nuevos -e inevitables- chascarrillos, Juan Carlos Sierra dio cuenta de la génesis de su antología Los lunes, poesía, publicada en Hiperión, excelente libro para acercar la poesía a los jóvenes. Este hecho dio paso a lo largo de la noche a interesantes reflexiones acerca de por qué hay pocos lectores de poesía (se adujeron desde razones históricas -a partir del Simbolismo se produce un distanciamiento entre la posía y sus lectores- hasta razones formativas: a veces los propios encargados de acercar la poesía a los lectores, especialmente a los jóvenes, tienen un grave desconocimiento de la actualidad poética y carecen de recursos para propiciar este acercamiento).
Juan Carlos Sierra, Carlos Vaquerizo y Alonso Coca, probablemente escuchando al locuaz Ramón Simón
Eran ya las 22:30 cuando apareció el último de los mercuriales de la oche, Jesús Cotta. Tal y como había anunciado, llegó con mucha hambre (aspírese la hache, por favor) y dio cuenta rápidamente de una opípara cena.
Jesús Cotta con su arroz a la perdiz, mientras los demás esperábamos los postres
 Se comentó entonces el proyecto de las Haikumisetas ®, idea original de Alonso Coca, cuyo diseño se ha encargado a Pedro Navarro Ramírez (uno de los ilustradores de los Olvidados inolvidables) y cuya ejecución correrá a cargo de la empresa Spiral. Se trata de la fabricación de unas camisetas con haikus de los mercuriales. Se aprobó, claro, el proyecto e iremos informando debidamente del mismo. Asimismo, se dio el visto bueno a la realización de gestiones para editar un libro de la tertulia, con textos de los habituales, actas e imágenes.
Haikumiseta ® con texto de Julio Ariza
 Ramón recordaba que, en su día, fue conductor de ferrocarriles; se contaron algunos chistes de variado acierto; se habló de Sofía Vergara (nombre aportado en la presente acta para conseguir la subida de audiencia correspondiente); hubo comentarios acerca de cómo y dónde escribía cada uno (desde quien lo hace directamente a ordenador -los menos- a los que siempre parten del lápiz; incluso los que paran coches o motos para anotar unos versos antes de que los caprichos de la memoria los narcoticen). Ante la queja de Ramón al afirmar que me siento inferior a todos estos profesores, yo le repliqué que sí, pero nadie de aquí salvo tú ha conducido un tren, frase que él remató añadiendo y nadie ha cohabitado tanto como yo. Esta última expresión (creo recordar que el verbo de la cita no reproduce fielmente el que empleó Ramón, pero convendrán los lectores conmigo que follar no es un vocablo adecuado para un acta) fue recibida con rotundas quejas por más de uno.
Retomada la calma, Jesús Cotta y José María Jurado comentaron cómo fue la presentación del "libro de los niños", Poesía de 4 a 120 años en la Casa Museo de Juan Ramón Jiménez en Moguer. "Estuvo bien el acto" (sic), se afirmó. La presentación ha quedado inmortalizada en la Casa con una placa, situada entre un Vázquez Dïaz y un Sorolla, hecho que abre la puerta a la rima fácil.
Jesús Cotta
 Eran las 23:07 cuando comenzó a tratarse el tema del día, la literatura de humor y su falta de prestigio. Sin duda, la ausencia del mantenedor vitalicio provocó tal retraso, tal era la dificultad para hallar la ruta. Cotta habló de sus lecturas de Lisístrata con sus alumos; se habló de Óscar Wilde y Jurado refirió ampliamente las claves del humor en Cervantes. Tras comentar entre todos algunos pasajes de El Quijote o las Novelas ejemplares, José María se centró en el tratamiento de los personajes, siempre con piedad y misericordia, y citó las palabras de Ramón Gaya, que planteaba la similitud de Cervantes con Velázquez en sus retratos.
El Lazarillo fue la siguiente obra comentada. Se habló también de su autor anónimo (según Alejandro, el responsable de muchísimos comentarios en los blogs) y de la más que discutible autoría de Hurtado de Mendoza.
Tomando notas para el acta
 Le tocó el turno a continuación a Andrés Trapiello y sus sátiras, y fue ampliamente glosada su referencia a la mariposa en su, digamos, pene. Hubo opiniones contrapuestas acerca de la poesía de Trapiello y un mayor consenso ante la calidad de su prosa. La imagen del lepidóptero en la cúspide malva, que diría Ana Rossetti, fue retomada en diversas ocasiones a lo largo de la velada.
Carlos Vaquerizo nos recomendó, por su unión de humor con profundidad, la obra del ucraniano Mijaíl Bulgákov, El maestro y Margarita.
Carlos Vaquerizo y Alonso Coca
En esos momentos ya se habían dado por concluidos los postres y pasamos al turno de infusiones (de ron, de ginebra, de güisqui), reservado como siempre a la lectura de textos. Tras uno ajeno (como muestra de literatura con humor e inteligente, leí el "soneto de la pulga" de Lope de Vega), comenzó el turno de los propios.
 Carlos Vaquerizo comenzó leyendo un intenso poema inspirado en la película La parada de los monstruos, perteneciente a un libro inédito, que abrió paso a un debate sobre las referencias culturalistas (en un amplio sentido) y cómo el buen poema es aquel que llega a transmitir una emoción, independientemente de que el lector conozca la referencia que da pie al texto.
Carlos Vaquerizo, en un momento de su lectura
Continuó Jesús Cotta leyendo un poema inspirado en su infancia, con su habitual despliegue de imágenes. Llegó mi turno, en el que recité dos poemas de lo que alguna vez -espero- será un libro. José María Jurado concluyó leyendo dos de sus almanaques y el prologillo a su libro en la colección Álogos, próximo a ver la luz, al igual que los volúmenes de los mercuriales Julio Ariza y Alejandro Muñoz.
Llegamos así al final de la noche, no sin antes emplazarnos para el viernes 25, con la celebración de la mercurialada Sevilla-Cádiz, con la presencia confirmada de Antonio Serrano Cueto, José Miguel Domínguez Leal, José Manuel Benítez Ariza y Antonio Rivero Taravillo.
Todavía, a las puertas del Fogón, recién acabada la primera hora del nuevo día, hubo tiempo para algunas nuevas charlas y confidencias que dilataban la despedida: Mercurio se resistía a marcharse.
Arriba, Fernando Moral, Juan Antonio González, José María Jurado, Jesús Cotta y Alonso Coca. Bajo este último, Carlos Vaquerizo. En primra línea, Alejandor Muñoz, Ramón Simón y Juan Carlos Sierra

Fotografías realizadas por Alejandro Muñoz, Fernando Moral, Ramón Simón y un camarero del Fogón, todas ellas con el aparato de Ramón Simón.

jueves, 3 de marzo de 2011

Acta de la tertulia del 23 de febrero de 2011


El 23 de febrero de 2011, a las ocho y media de la tarde, los señores y la señora mercurial comienzan a llegar al Fogón de Leña, sede habitual de la tertulia. Comparecen Aurora Pimentel, Toi del Junco, José Miguel Ridao, Ramón Simón, Jesús Cotta, José Manuel Gómez y el que suscribe, Juan Antonio González. Tras la  agradecida primera copa en la barra, mientras van llegando los miembros -con perdón-, pasamos al salón habitual, justo en el momento en el que aparece el más tardo de los asistentes, el poeta Ramón Simón (tardó cinco minutos cronometrados en pronunciar la palabra puticlub, nueva plusmarca personal), al tiempo que Jesús Cotta comentaba que no leyó a Tintín en su infancia.
Uno de los primeros temas abordados fue el de las gestiones encaminadas a convocar el Primer Premio de Literatura Tabernaria, para el que se está buscando patrocinador. Toi del Junco comentó las buenas posibilidades con la Funcación Cruzcampo, que permitirían llevar a cabo la convocatoria deseada.
La noticia bomba de la noche llegó a continuación, cuando Ramón Simón anunció su próxima boda, prevista para el año próximo, con su amada Carmela. Afirmó entonces Toi que Carmela se iba a casar con un hombre con todos sus avíos, como el puchero, a lo que Riado añadió aquello de "y la pringá para el final". Se decidió que los mercuriales compondrían y cantarían un epitalamio o canto himeneo en la ceremonia.
Como novedad, y a propuesta del mantenedor vitalicio (q.D.g.m.a) de la tertulia, José Manuel Gómez, se pasó a hablar del autor escogido como tema principal de la noche, José Martínez Ruiz, "Azorín". Antes de entrar en materia, se pidió que constase en acta que la actriz porno Celia Blanco había acudido a la gala de los Goya, ya que una referencia de este tipo en una entrada de blog siempre hace aumentar el número de visitas.
Entrando, ya sí, de lleno en el tema de la noche, Jesús Cotta afirmó que Azorín es un autor del que todo el mundo habla, pero a quien casi nadie lee. Tras una reflexión sobre los problemas derivados de la politización de la literatura y las consuetudinarias digresiones (el negro del semáforo de Cotta, películas como Crash o Brokeback Mountain), Ridao presentó en su i-ridaider (rellénese este paréntesis con las loas y pleitesías correspondientes) la primera edición de Antonio Azorín, de 1913, y leyó el capítulo inicial. Se escucharon comedidas alabanzas, así como comentarios tan sagaces como el de Jesús Cotta, que afirmó que admira a Azorín como se admira un motor de explosión, en referencia a la falta de emoción que le inspira, al igual que le ocurre con Gabriel Miró. José Manuel Gómez glosó el método de escritura del alicantino, que había afirmado que él escribía "poniendo palabra tras palabra", además de apuntar que Azorín presenta una pecepción del tiempo distinta a la actual, y por eso no se lee hoy. Surgió el debate acerca de la relevancia de la acción en una novela; Jesús apostaba por una narrativa en la que pasen cosas; para Aurora o Ridao, esto era secundario. Se enlazó esta idea con el mundo de la fotografía cuando Toi comentó que una buena foto no solo tiene que ser estética sino que, además, debe contar una historia. Continuamos reflexionando acerca de la importancia de la buena lectura en voz alta (Aurora: "El lector es el bien más escaso"), de la buena conversación (Toi: "El buen conversador es el que calla hasta que se tiene algo que decir"); varios coincidimos en que, conforme nos vamos haciendo mayores -algunos más que otros- más libros desechamos en la primera página.
Tras nuevas digresiones acerca de la soledad, la primavera y la líbido, José Manuel Gómez leyó magníficamnete dos fragmentos de La voluntad que llevaron  la conversación a plantear el tema del canon literario y de ahí a hablar de las Humoradas de Ramón de Campoamor. De vuelta al tema del día, el señor mantenedor leyó un fragmento de Castilla. Toi vino a coincidir con la opinión de Jesús, al afirmar que Azorín de joven le fascinó, pero que ya le parecía solo estética, "como una fotografía en sepia que ya no me llega". Se discute ampliamente si una frase anónima, que reclamaba acción en la narrativa, bajo la fórmula "la niña, que se baje las bragas ya", debía o no constar en el acta. No recuerdo qué se concluyó.
José Manuel lee. Ramón saborea
 Jesús y José Manuel nos comentan, a continuación, la obra de teatro que están componiendo al alimón, una comedia musical con coro griego con el tema de una "despedida de matrimonio". Tras referirnos el dramatis personae (adviértase el uso del género no marcado: el censor, el chaquetero, el policía, el erudito, el periodista, el facha, el vidente, un personaje histórico en espíritu, una rubia tonta o, incluso, impávida), se llegó a la conclusión de que la obra bien podría titularse Esperando a la rubia tonta.
Tras una iniciativa de dudoso futuro (que todos los mercuriales nos tatuásemos en el bíceps una misma figura alusiva al dios Mercurio), llegó un mensaje vía sms de Fernando Moral, ausente por primera vez a la tertulia desde que se incorporó a esta.
Comenzó el turno de lecturas propias. Ramón leyó un emocionado poema inspirado en textos de san Pablo; José Manuel sugirió que lo podía dedicar "A san Pablo, el que se cayó del caballo", y yo añadí "con deseo de su pronta recuperación". Tras la leve interrupción que esta dedicatioria causó, José Miguel afirmó que le parecían, los de Ramón, poemas tristes, y propuso una solución: "Ahora, que nos lea uno del Rocío". Jesús comentó la definición popular del Rocío: "Una cosa muy grande que no se puede explicar". Se retomó el tema de la tristeza, o de la melancolía, definida por Aurora como "la tristeza elegante"; yo recordé los versos de Juan Peña que definen la melancolía como "la alegría de los tristes".
Continuó el turno de lecturas con la primicia brindada por Aurora Pimentel, el inico de su novela aún  inédita Abuelas malditas. Qué bien leyó Aurora, qué gusto escucharla, y qué buena pinta tiene esa novela.
Aurota, tan expresiva en su lectura
 A continuación procedí yo mismo a leer dos textos propios inédtos: un microrrelato y un poema "diurno". Expliqué que la lírica es muy dada a los "nocturnos", versos inspirados por la soledad de la noche, cuando los enamorados están separados. Sin embargo, no hay tantas muestras -hasta ahora-  de poemas "diurnos", en los que un poeta enamorado reflexiona sobre la separación de su mujer por las mañanas, cuando cada uno está en sus quehaceres.
Toi y Jesús
 Jesús Cotta leyó un intenso poema amoroso (perdonen la expresión redundante, ya que hablamos de la lírica amorosa de Cotta, que es intensa por definición) y un par de sonetos burlescos, Quevedo redivivo, ampliamente alabados por la concurrencia.
Tras aparecer por allí el nombre de Paris Hilton (recuérdese lo ya dicho sobre la audiencoia del blog), José Miguel Ridao leyó algunos poemas "descajonados", escritos hace tiempo y ahora revisados, como el "Palacio encendido, entre Rosales y Verlaine".
Ridao, en el taco: para algo es economista
 Agotadas las copas, la medianoche nos había dejado atrás ya en esos momentos. En la puerta, mientras fijábamos el jueves 17 de marzo para la próxima tertulia (a la que acudirá Carlos Vaquerizo, premio Adonáis de 2005), fuimos despidíendonos. Los últimos abrazos, las dulces sonrisas, la amistad consolidada. Mercurio, de nuevo, nos había prestado sus alas.

Foto de familia. Falta Toi, autor de la imagen