domingo, 12 de junio de 2011

Presentación de Álogos: Julio Ariza y Alejandro Muñoz


El pasado jueves, a las ocho de la tarde, tuvo lugar un memorable acontecimiento para nuestra tertulia, pues dos de sus eximios miembros, Julio Ariza y Alejandro Muñoz, tuvieron el honor de presentar sus criaturas: sendos libros de la colección Álogos, dirigida por el intrépido editor Javier Sánchez Menéndez, de Isla de Siltolá, al que nunca bastarán palabras para agradecer lo que está haciendo por la literatura en general, y por la causa hidrargírica en particular. Se trata de una recopilación de entradas de sus blogs, donde, usando una expresión ya muy manida, el blog “da el salto” al papel, lo que empeora ostensiblemente sus posibilidades gráficas, audiovisuales e interactivas, pero a cambio consigue que los que aún no han comprado un reader puedan leer cómodamente en el obsoleto formato celulítico.

El acto tuvo lugar en el colegio Portaceli de Sevilla, donde ambos escritores dan lecciones magistrales (prohibidas por la LOGSE y por la LOE), uno de ciencias y el otro de letras. Alejandro es, además, antiguo alumno del colegio, donde coincidió hace 27 años con quien esto suscribe, y hasta hoy, compartiendo dichas y esquivando desdichas. El poder de convocatoria de los ponentes quedó demostrado con una asistencia de más de cien personas. Daba gusto ver ese amplio salón de actos lleno con ocasión de un evento cultural. Como muy bien dijo Julio, los centros de enseñanza tienen algo olvidada la proyección cultural de los docentes que trabajan en ellos, y este acto demostró que cuando se hacen las cosas bien, y hay calidad en las obras presentadas, el público responde.

Abrió el acto Javier, que agradeció al colegio Portaceli su colaboración, y recordó con emoción la huella que le dejaron dos grandes maestros de su infancia, uno de ellos de la localidad de Cortegana. Javier hizo hincapié en la calidad humana de los dos autores: “lo primero que salta a la vista al conocerles, es que son buenas personas”. Y lo son, de la cabeza a los pies, lo puedo atestiguar. También ensalzó su calidad y dedicación como docentes, ya hubiéramos querido todos tener profesores como ellos. A continuación fue el turno de otro eximio, perdón por la redundancia, tertuliano: Juan Antonio González Romano, que siempre se llevará todos los premios del mundo. Con una voz bien impostada de bajo-barítono, recordando también sus tiempos de antiguo alumno en el coro del colegio, hizo gala del oficio que ya ha adquirido en estos bolos literarios, en esta ocasión con un plus de emoción, pues Julio es su amigo del alma, su hermano, como lo es Alejandro de uno (de mí, quiero decir). Además de glosar la calidad literaria de ambos escritores, Juan Antonio echó mano de varias citas para adornar su intervención, especialmente la conocida máxima de Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, que sobrevoló toda la noche el ambiente que respirábamos, y el antiguo lema greco-latino “non multa, sed multum”, aunque en este caso hubo multa, multum y el resto de declinaciones juntas.
´

Cara de Alejandro cuando oyó nombrar a Gracián

Y llegó el turno de los protagonistas. Habló en primer lugar Alejandro. No hay espacio en mi disco duro para transcribir sus emotivas palabras; lo cierto es que hizo como si Gracián no hubiera pronunciado jamás frase alguna. Empezó dubitativo, con bastantes nervios, pero poco a poco fue templándose, y cuando llevaba un cuarto de hora de intervención se encontraba francamente a gusto, y no parecía muy dispuesto a soltar el micrófono. A nadie se le había ocurrido prever que se emitieran por megafonía los tres avisos preceptivos, así que no sólo el toro salió vivo del lance, sino que no hubo cabestros capaces de sacarlo de la plaza, y el animal se paseaba ufano por el ruedo asomando la gaita por los burladeros con expresión desafiante. Obviando estos “problemillas” con el reloj, la intervención de Alejandro fue emotiva a más no poder. Tuvo palabras para todos, y puso de relieve la vocación intimista de su cuaderno, escrito con elegancia y un fino sentido del humor. El prólogo, suscrito por uno (yo) refleja fielmente su faceta de escritor, por mucho que él, con una sincera modestia, considere que recoge alabanzas exageradas. Todos reímos con su escenificada salida del armario literario, y de hecho entre el público se encontraban muchos amigos y compañeros que hasta hacía unos días no sabían de su faceta de escritor. Relató anécdotas y vivencias relacionadas con su blog, como los malentendidos surgidos a raíz de un alter ego sueco creado recientemente, y que desgraciadamente no ha tenido cabida en esta antología, hasta el punto de que hubo quien creyó a pies juntillas que se dedicaba a jugar a la petanca en Estocolmo con Mario Vargas Llosa. Llegó a recibir un correo electrónico del biógrafo francés del torero Morante de la Puebla, que, tras aclararse el malentendido, le obsequió con su obra Morantissime y quedaron emplazados para verse en la Feria de Sevilla. También leyó dos entradas (iban a ser más, pero en ese momento su compañero Julio, que estaba mirando el reloj, le dio un discreto puntapié en la rabadilla por debajo de la mesa). Una de ellas, el magnífico relato basado en el Caballero de la Triste Figura, es especialmente brillante, y demuestra su dominio del género.




El eximio mercurial y poeta José María Jurado, arrobado ante las intervenciones de sus colegas.

Durante tres cuartos de hora el otro autor, Julio Ariza, demostró una paciencia infinita, y agotó todas las posibles permutaciones de posturas de codos, cara, dedos y manos, en unas poses que harían las delicias de los fotógrafos de las solapas de los libros. Cuando ya daba por perdida la tarde, Alejandro le pasó el micrófono. Su actuación fue simpatiquísima, a la par que interesante. También tuvo palabras para una antigua maestra, y evocó sus primeros escritos de niño y su tormentosa relación con la escritura, fruto de golpes de ingenio y con algunos altibajos, destrucción de originales incluida. Nos hizo reír a todos cuando confesó que no se había preparado la intervención pero sí que había hecho una lista de los puntos a tratar. El segundo de ellos, “cuánta gente”, no podía ser más oportuno: se habían acercado a oírle familiares, amigos, compañeros, conocidos, los esclarecidos varones Mercuriales (la varonesa tuvo que quedarse en Madrid), que dan lustre a cualquier reunión, tal es ya su fama imperecedera, y mucha más gente que estuvo allí arropándole. Se le veía a gusto, en su salsa, con una satisfacción lógica tanto por el trabajo realizado en el libro como por el cariño recibido. El blog de Julio gira principalmente en torno a la poesía, su gran pasión, con un personalísimo estilo en verso libre lleno de imágenes sorprendentes y que, aunque pueda parecer fruto de la inspiración del momento, tiene detrás un bagaje de conocimientos, técnica y gusto literario que da a sus poemas un sello de calidad indiscutible.




Julio Ariza en plena intervención. Al parecer es una foto "artística". Pregunten a Ramón Simón.

Como no podía ser menos, el acto finalizó con una cerrada ovación por parte del respetable, y no hubo orejas, rabos ni vuelta al ruedo porque estábamos en un colegio de jesuitas, no en una plaza de toros. Sería muy conveniente que la próxima presentación tuviera lugar en el ruedo maestrante, y seguro que no faltarían capitalistas para sacar en hombros a los ponentes, a pesar de la crisis. Tiempo hubo para las firmas, y aquí tampoco rigió para Alejandro la máxima gracianesca. Un servidor se encontraba ya sentado degustando cruzcampos en el lugar elegido para celebrar con los amigos y le llegaban preocupantes noticias de la sala, que no terminaba de cerrar. El “tercer tiempo” fue, como cabía esperar, agradabilísimo y amenísimo, como diría Clarín (ustedes me perdonarán, me han dicho que tengo que introducir referencia literarias si quiero pasar por buen escritor). Aun con algunas ausencias, todas justificadas, la plana mercurial tuvo una nutrida presencia. El inefable Ramón Simón, de quien son todas las imágenes que aparecen en la crónica, volvió a pasear el objetivo de su cámara cada vez más certera (no se pierdan su exposición "Las miradas del amor") por las inmediaciones de todo lo que olía a mercurio, y muchos de los integrantes de la secta acudieron con sus esposas, todas bellísimas, elegantísimas, simpatiquísimas y muchos más “ísimas”, incluida la esposa de uno. Aunque lo parezca, no es peloteo. Eso sí, las damas que estaban más guapas eran las titulares del corazón de los mercuriales protagonistas de la velada.



The eminent Mercurial Mr. Fernando Moral shows us his best profile


Justo ahora me acabo de acordar de algo que dijo Gracián una vez, así que voy cerrando la crónica, que ya tendrán ustedes sueño. La noche era magnífica, el olor de los jazmines y las madreselvas flotaba entre las conversaciones, los escapes de los coches que pasaban por la avenida de Eduardo Dato ponían el humo que se llevó la ley antitabaco. Los amigos que se reencontraron después de tanto tiempo fueron despidiéndose, los esposos fueron saliendo cogidos de la mano, cada mochuelo fue volviendo a su olivo, y seguramente hubo dos mochuelos, uno más alto y otro más bajo, algo espeluchaos, pero jirochos, a los que costó trabajo conciliar el sueño después de tantas emociones juntas.

6 comentarios:

  1. Vaya, vaya, otra faceta más del eximísimo -o eximérrimo- Ridao. Tampoco se te dan mal las crónicas, joío. Muy divertida, aunque eso no tiene mérito, porque también lo fue el acto;)

    En cuanto a mi pie de foto: I shit on your whore skull.

    Besos, abrazos y un varazo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, José Miguel, he llorado de risa. Todavía me duele el puntapié que me propinó Julio por debajo de la mesa. Por cierto, que se me quedaron en el tintero trece o catorce cosillas que quería decir. Mañana hablo con la directora del colegio, para que repitamos el acto este jueves.

    Muchas gracias, artista, maestro y hermano.

    ResponderEliminar
  3. Coño "Iridao" qué buena faceta de cronista,

    y cómo dominas el inglés escrito.

    Enhorabuena a mis amigos mercuriales: Alextrix, y Julito.

    El acto fue ummmmmmmmmmmm. Se le destrabó la lengua a Alex,


    abrazos

    ResponderEliminar
  4. Vaya nota la tuya, Ridao, un lujo. ¿Además, prologuista?

    Felicitaciones a Julio y a Alejandro por sus respectivos libros. ¡Éxitos! (Más todavía, nunca serán pocos)

    Un cariño a todos.

    ResponderEliminar
  5. Bien, bien, me alegro de que se sume un nuevo cronista al blog de la tertulia. Además, se cierra un círculo: ambos (tú y yo) hemos prologado los libros de Ale y Julio, respectivamente; yo los presento y tú reseñas el acto (con perdón). Esto es un juanpalomo a cuatro bandas...

    Un abrazo y gracias por tus palabras.

    ResponderEliminar