La velada comenzó, como no podría ser de otra forma,
comentando la presentación del excelso libro de nuestro compañero Jesús Cotta Digno del barro (Renacimiento), que tuvo
lugar escasamente un par de horas antes. Tal conversación derivó en un improvisado concurso
de las dedicatorias que Jesús les había dirigido a los presentes, excepto a un
servidor, que desgraciadamente no pudo asistir al acto. Así, todos esgrimían
sus ejemplares de la obra cottense (¿o es cottiana?)
con la intención de dirimir quién la tenía más larga. Finalmente se llegó a la
conclusión de que la longitud, si bien es determinante en otros aspectos de la
vida, no lo era en este caso, de manera que Ramón se autoadjudicó la victoria
por ostentar la dedicatoria más honda y personal (siempre a su juicio, claro).
Acabada esa lid, que tuvo lugar en exterior del local
mientras tomábamos los primeros refrigerios, penetramos en el interior de la Gorda, donde suponíamos se encontraban sus
prometidas delicias. Y así fue, al
menos a juzgar por el semblante jubiloso que mostramos al salir. De entre lo
acaecido durante la cena habría que destacar la facilidad de rima espontánea
que, como buen poeta, mostró en todo momento Ramón, sobre todo utilizando como
punto de partida las expresiones de Carlos. Nuestro estado de gozo ante el
reencuentro era tal que nos vimos obligados a buscar un contrapunto que
equilibrara la balanza. Para ello José Manuel se centró en la vida y obra de
Stephan Zweig y los conceptos del sufrimiento como estado y el pesimismo como
característica inmanente. Al hilo de ello, Carlos nos habló de creaciones
musicales no conocidas precisamente por mostrar un carácter festivo. Asimismo
nos aclaró, a pregunta de un servidor, que Mozart, en su conocido Réquiem solo pudo completar tres de los siete
bloques que lo componen actualmente gracias a la mano de su alumno Franz
Süssmayr. A partir de ese momento, la profusión de temas, ideas, autores, obras
y cervezas trasegados me impiden confeccionar un relato coherente. En cualquier
caso, procedo a nombrar sucintamente algunos de ellos:
-Eduardo Pino y su Maps
2.0.
-Ciertos autores no son capaces de ofrecer creaciones
similares a su obra cumbre (Ramón). Carlos señala que esto se relaciona con la
proporción áurea y el sr. Mantenedor nos habla de 1917, producción de Netflix.
-Otras dos obras cinematográficas son aconsejadas
seguidamente: las orientales Bajo el
espino blanco (Carlos) y Minari
(José Manuel).
No querría acabar la crónica sin informar de que nos atendió
la simpar Fátima, por encima de cuya mascarilla destacaban dos ojos oscuros
propios de las mujeres que han portado ese nombre a lo largo de los tiempos.
Siendo ya el jueves 11, los tertulianos abandonamos a la Gorda
y tras una breve, aunque intensa,
peregrinación a la Santa Iglesia Catedral (véase la foto de cabecera), nos dirigimos a casa henchidos del júbilo y los conocimientos
adquiridos esa noche.
En Sevilla, a doce de noviembre de dos mil veintiuno, firmo
la presente con el Vo Bo del señor Mantenedor, D. José
Manuel Gómez Fernández.
Fernando Moral
Ah, y yo me lo perdí...
ResponderEliminarOlé por la recuperación de las Actas Mercuriales. Sin haber estado en la tertulia, doy fe de que son fieles al original.