miércoles, 1 de junio de 2011

Mortadelo, Rilke, Filemón: Acta de la tertulia del 26 de mayo de 2011

La noche del 26 de mayo de 2011, calurosa y afable, contempló la llegada a las puertas del Fogón de Leña, dos meses más tarde, de los miembros de la tertulia Los Mercuriales: Ramón Simón, José Manuel Gómez, Juan Antonio González, Fernando Moral, Alejandro Muñoz, José Miguel Ridao y José María Jurado, a los que se unió como invitado el editor Jaime Galbarro, de Sim libros. Avanzada la noche, como se verá, apareció Jesús Cotta, para completar la nómina de asistentes.
José Miguel Ridao y José María Jurado: confidencias
 Tras los saludos iniciales y las primeras bebidas en las puertas del Fogón, accedimos al reservado habitual, donde comenzamos a comentar las novedades de diversos miembros de la tertulia. Así, José Manuel Gómez, el mantenedor vitalicio, nos informó de la próxima publicación -para este verano- de su primera novela, En busca de la flor de la siempreviva, en la colección Levante de Ediciones de la Isla de Siltolá
José Manuel Gómez, el mantenedor, a punto de publicar
 Mientras Ridao le comentaba a Jaime las prestaciones de su ya mítico e-ridaider, Ramón Simón pasó a anunciar que el viernes 3 de junio, a las 20:00, se inaugurará en la Casa del Libro de Sevilla su exposición fotográfica Las miradas del amor -inspirada en la Semana Santa hispalense- para la que ha contado con la colaboración literaria de diversos contertulios.

Cartel anunciador de la exposición fotográfica de Ramón Simón
 Dado que José María estaba un tanto disperso mientras Ramón hablaba (como se verá, la dispersión fue la nota dominante de la velada: dos meses sin tertulia hicieron aflorar el nerviosismo, los deseos de compartir experiencias o -por qué no- el simple cotorreo), este le conminó a que escuchase. José María le soltó aquello de "Tú vas a poner todo esto en un correo, ¿verdad?", frase que fue expeditivamente respondida -o respuesta- por Ramón Simón, haciendo gala de su consustancial gracejo y comedimiento: "Vete a chuparla", dicen las malas lenguas que le replicó.
A continuación, se anunció la presentación de los dos nuevos títulos de la colección Álogos de Ediciones de la Isla de Siltolá, obra de dos insignes mercuriales (permítase, pese a la inmodestia, la redundancia), Alejandro Muñoz y Julio Ariza. Ambas obras cuentan con prólogos de dos no menos insignes tertulianos, José Miguel Ridao y Juan Antonio González. La presentación tendrá lugar en el colegio Portaceli, el jueves 9 de junio.
Alejandro Muñoz, el discreto, recién salido del armario literario
 Vuelta a la carga, Ramón Simón mostró los carteles anunciadores de su exposición. Fernando Moral se congratuló de que su nombre estuviese correctamente escrito, ya que Ramón es muy dado a, digamos, rimbombarizarlo, llamándole Fernando del Moral. Tras algunos intercambios de pareceres, Fernando acabó diciéndole a Ramón aquello de "a mí me pones como tú quieras", invitación que dio lugar a diversas posibilidades: "mirando para Gelves" o "Mirando para Cuenca" y similares. Tras esto, Ramón repartió su nueva tarjeta de visitas, de artístico diseño, con una suerte de rúbrica alargada y con algunas curvas en uno de sus extremos, lo que llevó a José María a apuntar que "parece una polla", comentario que fue completado por Ridao: "Sí, pero truncada". Incólume ante estas insinuaciones, Ramón anunció la puesta en marcha de su nueva web, que incluye un espacio dedicado a la tertulia mercurial (en la recién estrenada página oficial de Ramón Simón se puede juzgar lo acertado -o no- de los símiles acerca de la firma de Ramón Simón).
Siendo las 22:08 minutos, con media hora de antelación sobre lo anunciado, apareció Jesús Cotta, cuando aún los entremeses (foie, carpaccio de presa ibérica, chacinas variadas) no dejaban ver el fondo de los platos y al tiempo que el maître del restaurante refería las especialidades de la noche para elegir el plato principal. Una de las posibilidades, el garbanzo con cochinillo, fue comentada con inusual pericia por -obvio es decirlo- Ramón Simón, que expuso finamente las consecuencias escatológicas de ingerir tal plato a tales horas; finalmente, la mayoría se decantó por el novillo a la piedra, algunos por la merluza a la cosquera y Cotta, fiel a su amor a los granos ovales, pidió un arroz a la marinera.
Jesús Cotta, el inefable
 A continuación -no me pregunten cómo se llegó a este punto de la conversación: ya digo que la dispersión fue la nota dominante de la tertulia- se comentó por qué ciertos bestsellers son tan voluminosos. Algunas explicaciones resultaron poco científicas ("las mujeres son las que más novelas leen, y a las mujeres le gustan los tochos") y otras más dignas de consideración: Jaime Galbarro comentó cómo una compradora de novelas le había afirmado que propendía a los libros gordos, porque duraban más. La conclusión resultó la esperable: el tamaño importa (algún tertuliano aún siguió apostillando: "así la parienta no se va con el butanero"; "illa, cuándo vas a soltar ya el libro que tengo ganas de..." (Nota del editor: ignoro si la palabra "hincar", con aspiración inicial, es digna de un acta oficial, ni siquiera de esta, por eso la frase queda inconclusa). (Otra nota del editor: los contertulios debatieron también sobre la correcta ortografía del verbo "hincar", si con "h" o con "j". José Manuel propuso la "g", pero Fernando zanjó la polémica optando por la solución juanramoniana).
Fernando Moral, el agudo
 Tras este amplio preámbulo de generalidades, se entró -ya iba siendo hora- en el primer punto fuerte del orden del día (si es que la palabra orden es aplicable a esta tertulia, cosa digna, cuando menos, de un serio cuestionamiento): la concesión del Premio Mercurial de Plata 2011. Tras diversas cuestiones previas acerca de cómo serían las deliberaciones (José María Jurado, muy indignado toda la noche, se opuso a todo lo que no fuera decidido en asamblea). En primer lugar, asambleariamente, se decidió que la entrega se realizaría, de nuevo, en el mes de diciembre (nuestro invitado, Jaime Galbarro, indignado igualmente, votó en blanco). A continuación se decidió cuál sería el premio y, tras varias deliberaciones asamblearias e indignadas, se llegó a la conclusión de que, además de la estatuilla, se le encargaría un grabado a nuestro amigo Pablo Pámpano, propuesta de Alejandro que fue unánimemente aceptada por la asamblea mercurial.
Fue entonces el turno de proponer candidatos. Bien fueran los efectos de las copas ya ingeridas hasta esas alturas de la cena, bien de la relajada indignación, bien del natural de los distintos contertulios, la nómina de candidatos que por allí circuló fue de lo más variopinta. Si mi memoria y mis anotaciones no me follan, se propuso a las siguientes personalidades: María Ostiz, Alfonso Guerra, Nadiuska, Eva Díaz, Rafael de Cózar, Justo (el de la catedral con latas de refrescos), Elena Martín (componente del dúo "Las virtudes"), Fernando Ortiz, Mª Victoria Atencia, Carlos Amigo, Aquilino Duque, Vargas-Llosa, José María Manzanares, Abelardo Linares, Rodríguez Almodóvar, Fernando Arrabal, José María Sicilia (autor del último cartel de la Maestranza de Sevilla; se decidió de que, caso de concederle el premio, iríamos la mitad de cada uno de nosotros),  Jürgen Mayer (diseñador de las Setas de La Encarnación; en este caso se decidió que, de nuevo, caso de ser galardonado, ninguno acudiríamos a la entrega de premios). Aunque sólo fuese por ampliar las visitas al blog, circularon también los nombres de Lucía Lapiedra, Rocco Siffredi y Nacho Vidal.
Lógicamente, el régimen asambleario puro da lugar a estas cosas. Así que se procedió a un turno exigente de criba. Descartados los obvios (es decir, la inmensa mayoría) y otros tal vez menos obvios (pero con motivos que se consideraron más que justificados para que no accediesen a la última fase de las votaciones), quedaron como finalistas Abelardo Linares, Carlos Amigo, Fernando Arrabal y Rafael de Cózar. Vistos los pros y los contras, así como las posibilidades de cada cual para asistir a la entrega del premio (la ausencia de Morante es alargada), se decidió por amplia mayoría conceder el III Mercurial de plata al catedrático de la Hispalense y poeta Rafael de Cózar.
Rafael de Cózar, mercurial de plata in péctore
 Resuelto este punto, se comentaron otros proyectos (el del flashmob literario se pospuso pata la tertulia de junio, no sin que antes Jaime comentase que corríamos el riesgo de ser confundidos con cangrejos pistoleros o perfopoetas). En primer lugar, se decidió que la tertulia final de curso tuviese como tema Eros y se invitó a que cada tertuliano llevase un texto inédito sobre este tema, con especial hincapié hacia nuestro amigo Alonso Coca, que aún  no se ha estrenado como lector en nuestro cenáculo. El tema elegido para final de curso provocó -no podía ser menos- algún comentario ingenioso a Ramón Simón, que llegó a afirmar aquello de  "tengo las tetillas calientes". 
Ramós Simón, el locuaz
 En este punto, nuestra atención se centró (es un decir, insisto, dado lo disperso de la noche) en la confección y publicación de un libro de la tertulia, con las actas del presente curso, con fotografías y con la inclusión de algunos de los textos leídos en cada una de ellas. Jaime Galbarro presentó el presupuesto que se le había encargado previamente y se aprobó el proyecto, que comenzará a ponerse en marcha durante el verano.
Preguntado José María Jurado -adviértase el cambio de tema- sobre sus lecturas infantiles, este comentó que "fueron las de todo el mundo: Mortadelo, Rilke, Filemón". En honor a la verdad, esta frase la pronunció el lunes previo, en la copa posterior al acto de firma de libros de Javier Sánchez Menéndez y el que esto rubrica, pero el ingenio de la frase era tal que le pedí que la repitiese, puesto que es digna de permanecer en la memoria de los mercuriales. Y aquí queda.
José María Jurado, el sorprendente
 Jesús Cotta repartió a continuación ejemplares del cuaderno que el Aula Literaria Jesús Delgado Valhondo dedicó a Joan Margarit, gentileza de Elías Moro que, de una manera u otra, siempre nos acompaña en la tertulia desde la distancia.
Llegados los postres y las infusiones consuetudinarias (ya se sabe: ron, gin y otras hierbas) comenzó el turno de lecturas. José Manuel Gómez se decantó en esta ocasión por unos divertidos textos extraídos de internet.
Manteniendo sonrisas
José Miguel Ridao leyó su último relato, aún en construcción, "La rana muerta", que dio lugar a un interesante debate en torno al símil y la metáfora y sus posibilidades.
José Miguel Ridao, ¡chop!
 Fernando Moral presentó (pese a que el cartucho de su impresora quiso impedírselo) una serie inconclusa de octosílabos blancos, "Maravillas y otros enigmas".
Por mi parte, expliqué la historia del soneto del peregrino de mi apócrifo Benxamín Dopazo y leí el texto original castellano y su traducción al gallego, comentando las particularidades de ambas versiones. Jesús Cotta planteó entonces algunas inquietudes y dudas acerca del ritmo del alejandrino y sobre este aspecto divagamos unos minutos.
Soneto del peregrino, en español y galego
 Jesús Cotta leyó uno de los textos del libro de Margarit y comentó sus impresiones sobre el mismo. Le siguió José María Jurado, que realizó una lectura bilingüe de textos de Dylan Thomas. Nuevas reflexiones en torno a las traducciones ocuparon los minutos siguientes.
Tras algunas nuevas aportaciones sorprendentes (Fernando comentó que el primer eslogan de Coca-Cola en portugués fue obra de un tal Fernando Pessoa: Primeiro estranha-se, depois entranha-se), se debatió acerca del estilo y el valor de determinados escritores: Lorca, Cernuda, Borges.
Jamie Galbarro nos leyó un relato, "He descubierto que hablo yo solo" que fue muy bien recibido por los oyentes y nos dejó una recomendación de su maleta de libros, la novela Los peor del costarricense Fernando Contreras Castro (Norma editorial).
Jaime Galbarro, el invitado
 Nuevas dispersiones llevaron al concepto de "centón", del que prometí llevar un par de ejemplos propios para la próxima tertulia. Y a todo esto, habíamos ya sobrepasado ampliamente la primera hora del nuevo día, por lo que llegó el turno ineludible de pago, recogida y marcha.
La noche cerrada, la calle casi desierta (tiernas muchachas lánguidas, que diría Pedro Salinas, asomaban a lo lejos), los ecos últimos. Abrazos finales, que nunca, entre nosotros, serán los últimos.

Fotografías obra de los Mercuriales Ramón Simón, Alejandro Muñoz, Fernando Moral y Juan Antonio González Romano.

6 comentarios:

  1. ¡Oh gestor de orden en el caos, dador de luz en las tinieblas, compilador sin parangón!, ¿cómo has podido arrancarle una estructura al pandemonium mercurial?

    Descubro mi anárquico cráneo.

    ResponderEliminar
  2. Para lo disperso que fue, está genialmente recogido todo. Aunque falta la parte de Ezra Pound y T.S. Eliot, que acudieron a la tertulia y se sentaron en la esquina del Ridao Ridaier.

    ¡Pobre rana agonizante!

    ResponderEliminar
  3. Para lo disperso que fue, está genialmente recogido todo. Aunque falta la parte de Ezra Pound y T.S. Eliot, que acudieron a la tertulia y se sentaron en la esquina del Ridao Ridaier.

    ¡Pobre rana agonizante!

    ResponderEliminar
  4. El acta, tan brillante y fidedigna como siempre, pero estoy con Jurado, allí se habló mucho de Ezra Pound. De hecho, allí se fue a hablar de Ezra Pound, tanto JRJ ni JRJ...

    La rana me la cargué directamente, sin contemplaciones.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. ¡Madre del amor hermoso, qué desparrame!
    Cada vez tengo más ganas.

    Además, que os ponéis "moraos" de ricas viandas y líquidos espirituosos.

    Pdta: Espero que la memoria no te "folle" mucho.

    Abrazos para todos.

    ResponderEliminar
  6. Gracias Mercuriales por acordaros de este humilde dibujante. Se os quiere.

    ResponderEliminar