lunes, 13 de diciembre de 2010

Discurso de presentación de la Gala "Mercuriales de Plata", por José Manuel Gómez Fernández

Señores premiados, señoras y señores mercuriales, invitados todos:
Mi nombre es José Manuel Gómez Fernández, Mantenedor de la tertulia literaria Los Mercuriales. Antes que nada, quiero agradecerles que hayan reservado la noche de hoy para acudir a esta tertulia extraordinaria en la que vamos a hacer entrega de los Premios Mercuriales de Plata, acto que espero sea de su agrado.
El Arte es como el sol; no hay uno para los pobres y otro para los ricos. Día llegará en que, como el sol también, su luz llegue por igual a todos; entretanto no se hable de arte barato, arte caro, arte grande y arte chico, porque el arte es o no es; no se falsifica con nada. Estas palabras del premio Nobel de Literatura de 1922, el español Jacinto Benavente, publicadas hace exactamente un siglo en la primera serie de sus interesantísimas crónicas de época tituladas De Sobremesa, pienso que cobran plena vigencia en el momento en que nos encontramos.
La cuestión que plantean inmediatamente las ideas de Benavente es ¿qué consideramos como arte? Sin duda, una modalidad artística apenas practicada en la actualidad es la de la tertulia literaria, espacio para la charla amena y seria sin las urgencias de la implacable prisa que tanto nos esclaviza.
La nuestra comenzó con un encuentro casual en la calle: el del ínclito profesor y escritor Jesús Cotta Lobato con el que les habla (aunque más que un encuentro fue un asalto por mi parte) una tarde de primavera del año 2008. Yo había conocido meses antes a Jesús virtualmente por una intervención suya en televisión en la que había presentado su ya famoso Topicario. En la fecha de nuestro encuentro (de mi asalto) estaba preparando la publicación de su blog (Los días de mis noches). Después ha sacado a la luz otros libros: la novela Las vírgenes prudentes, el poemario A merced de los pájaros, la antología de entradas de su blog titulada Apuntes y fuegos y el ensayo Ulises y las sirenas. En aquella época me rondaba ya la idea de establecer una tertulia de literatos de periodicidad mensual, y aquel encuentro me dio pie a proponérsela. Justo entonces contacté con el Ingeniero de Telecomunicaciones y poeta José María Jurado, actual Censor de la tertulia (autor de los libros Plaza de Toros y La memoria frágil y de las bitácoras La columna toscana y La gran temporada –esta última escrita en colaboración con Lorenzo Clemente-). Un servidor de ustedes sabía ya de los trabajos literarios de José María y no tuvo dudas al contar con él, y todo ello a raíz de otro encuentro casual (o quizás causal) con su mujer, Rocío, en una librería de nuestra ciudad.
Y empezamos así a rodar la tarde del 19 de junio de 2008 (si no me salen mal las cuentas). Jesús, José María, José Manuel… No estaba mal para empezar. Tres jotas iniciales de nuestros nombres, pero faltaban más jotas que se irían sumando a la iniciativa: la del profesor y escritor Juan Antonio González Romano, nuestro Secretario (autor del libro de poemas Señales de vida y del blog Ah de la vida, del que ha publicado recientemente en papel una antología titulada Alguien me responde); la del también profesor y escritor José Miguel Ridao (autor del blog Por estos andurriales, del cual ha salido para la imprenta su libro Blogueína)… Ya iban cinco jotas, un número perfecto, como el del jamón famoso de Jabugo. Pero faltaban más: el actual Director de Secundaria del Colegio Portaceli, Julio Ariza (con un libro actualmente en prensa y autor del blog Las hojas del roble), el escritor y editor Javier Sánchez (La vida al filo de la espada es el nombre de su bitácora), el crítico y profesor de secundaria y universidad José Manuel Rico, el editor Jabo Pizarroso… La lista de correo de este mantenedor (o mejor, pesao de manteneó) se llenó de nombres que empezaban por la letra jota. Más que Los Mercuriales nos debíamos haber llamado Los Joteros (o Los Jartibles de la Jota).
Pero, ¡oh, sorpresas del abecedario!, siguió aumentando la nómina de mercuriales y, en consecuencia, dimos entrada a otras letras: Ildefonso (o Alonso) Coca (escritor y profesor, responsable del blog Miradme al menos), Ricardo Arjona, Manolo Haro, el también profesor y escritor Alejandro Muñoz (otro bloguero indesmayable desde las páginas de Desde mi ventana), Aurora Pimentel (de cuyo blog, Máster en Nubes, ha editado una antología titulada Fernanda, las magnolias y el rey mago), el profesor Fernando Moral (creador del blog Vacío interior), el poeta y fotógrafo Ramón Simón (autor del poemario Sombras pequeñas y del blog del mismo nombre), el editor, escritor y traductor Antonio Rivero Taravillo (publicador del blog Fuego con nieve), el editor Diego Vaya, el fotógrafo Antonio del Junco (Toi)… Y lo malo (o lo bueno) era que casi todos los que entraban en la tertulia se quedaban, con lo que aquello se iba pareciendo peligrosamente a un congreso de blogueros más que a una modesta reunión de diletantes de la pluma.
Sí, habíamos constituido una tertulia de blogueros, o sea, de escribidores de blogs, que son esas páginas en las que muchos amantes de la creación artística volcamos nuestro mundo interior por puro entretenimiento. Así pues, éramos blogueros literatos (o al revés) con muchas ganas de charlar animadamente, de discutir y, sobre todo, de reírnos hasta de nosotros mismos.
Hay quien piensa que las nuevas tecnologías favorecen un aislamiento insano del individuo. En parte es cierto. Pero también puede la tecnología propiciar encuentros cara a cara muy enriquecedores. Nuestra tertulia es ejemplo de ello.
¿Tiene sentido una tertulia literaria en el mundo actual? Si consideramos que una tertulia es aquella reunión en la que se puede hablar de lo divino y de lo humano con un propósito de enriquecimiento y entretenimiento, dando lugar a interesantes debates en los que uno termina aprendiendo más de uno mismo, del mundo y de los demás para mejorarse, la respuesta es SÍ. Pero es éste un sí con matices. ¿Cuáles pueden ser esos matices?:
-Hoy no tenemos tiempo para nada.
-Hay uno en la tertulia al que no aguanto.
-Ese día juega mi equipo la Copa Tal.
-Mis hijos van a un cumpleaños, etcétera.
Y luego resulta que después de los compromisos de turno, el que ha empleado alguna de dichas excusas se traga dos horas de debate televisivo en el que los protagonistas son famosillos de turno que no han leído un libro en su vida.
Quizás el éxito de nuestra tertulia sea que sabemos escuchar, virtud muy importante para aprender, pues antes que hablar para soltar lo que uno ya sabe hay que pararse a saber qué es lo que los demás tienen que decir.
Hace unos meses, concretamente en la tertulia del mes de marzo último, decidimos los mercuriales –por iniciativa de Javier Sánchez Menéndez- darnos a conocer públicamente con la entrega de unos premios anuales, los Mercuriales de Plata, que nacen con el propósito de valorar la labor artística de personas de reconocido magisterio en su disciplina. En dicha reunión del 17 de marzo, tras las votaciones resultaron premiados, ex-aequo, Antonio García Barbeito y José Antonio Morante de La Puebla. Barbeito y Morante, maestros en sus artes, uno del arte de comunicar y otro del arte de torear. Celebramos hoy, pues, la entrega de dichos premios.

Foto de Ramón Simón
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4 comentarios:

  1. Como no pude oírte, ha disfrutado mucho leyéndote. Me han parecido unas palabras acertadísimas, propias de un Mantenedor al que, espero, mantendremos muchos años.

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  2. Coincido con José Miguel Ridao.

    Por cierto Ridao y esposa Lola os echamos en falta tela marinera.

    Y por otro lado José Manuel, queridísimo mantenedor, eres un figura del toreo.

    Besos

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  3. Rompiste el hielo y explicaste qué éramos. Yo no lo sabía hasta oírte.

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  4. Fue una presentación impecable, a la altura de nuestro mantenedor. Enhorabuena, José Manuel, y gracias, siempre.

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